Cuando vi a nuestro Maestro

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Soy un campesino. Jamás habría soñado tener tanta suerte de participar en las enseñanzas de Falun Gong dadas por el Maestro Li Hongzhi.

Mi casa está en un pequeño pueblo lejano de la provincia de Hubei. Fui a la escuela sólo algunos años. Más tarde, comencé a practicar Budismo Zen. Ya que no había Ley verdadera para guiarme, todo lo que sabía se resumía a estar sentado con las piernas cruzadas. Habiendo practicado durante 18 años, había sentido sólo mejoras muy ínfimas y esperaba con impaciencia la aparición de un sabio Maestro.

Un día, durante la primera mitad de 1994, un amigo me dijo que el Maestro de Falun Gong, el Sr. Li Hongzhi, iba a venir pronto a Gangzhou, en la provincia de Guandong, para enseñar la Ley verdadera de Buda. También me dijo que esta enseñanza sería la última. Comprendí que esto era lo que estaba esperando. No habría otras posibilidades después de esta conferencia, así que debía aprovechar esta oportunidad. Sin vacilación, tomé un poco de dinero conmigo y dos trajes, uno simplemente de recambio, y enseguida estuve de camino hacia Gangzhou.

Entrando en la conferencia, encontré que como era la última, estaba llena de gente que había venido de todo el país. Estaba lleno el interior y fuera de la sala de conferencia y mucha gente estaba en el vestíbulo. Creo que había cerca de tres mil personas en total. Aunque había tanta gente, no había un solo ruido durante la enseñanza del Maestro. Oí sólo la enseñanza del Maestro, explicando lo más profundo en términos simples. El Maestro habló gentilmente y de manera informal, como una buena lluvia después de una larga sequía, penetrando el corazón de todos. Lo que más me impresionó fue que el Maestro claramente enseñaba que se debía cultivar el corazón y mejorar la virtud según los principios de “Verdad, Benevolencia y Tolerancia” si quieres aumentar el Gong. Mientras que el Maestro enseñaba, vi en persona que el Maestro pensaba siempre en los practicantes y en los organizadores, y trataba a todos los practicantes y a todos los demás de manera benévola y paternal. El Maestro jamás llegaba tarde a la conferencia y jamás alargaba negligentemente el tiempo de sus lecciones. Cuando era necesario alargar el tiempo de la enseñanza, pedía la autorización a los organizadores. El Maestro comía la misma comida que los alumnos y vivía en la misma clase de habitación que los alumnos. Me sentía muy feliz de haber obtenido una Ley que pone énfasis en la virtud. Estaba seguro de que este era el Maestro que había buscado. En este momento comencé mi viaje de practicar Falun Dafa.

Hay otra cosa que jamás olvidaré. El último día de la conferencia, el Maestro posó para una foto con nosotros. Vi que era el único campesino entre mucha gente de la ciudad. Yo entonces tuve un sentimiento de inferioridad y me puse en las filas traseras cuando se tomó la foto. Me pareció que el Maestro vio mi corazón a distancia porque, después de que se tomaran las fotos, el Maestro vino hacia mí y me estrechó la mano firmemente, como un padre benévolo. Me dijo: “Sé que usted viene del campo. Para obtener la Ley usted viajó un largo camino...” No supe que responder porque era muy feliz. La mano del Maestro era caliente. Cuando estreché la mano del Maestro, sentí una corriente caliente que descendía desde lo alto de mi cabeza y se difundía en todo mi cuerpo. En este momento, comprendí que había encontrado a una persona que era de más allá de este mundo y de un nivel muy elevado de cultivación. ¡Mi Maestro es tan maravilloso! Había estudiado

Budismo Zen durante 18 años y jamás había tenido, ni una sola vez, la experiencia de tal sensación. Después de esta experiencia me sentí más sólido en mi fe en el Maestro y Dafa. Me sentí muy feliz y afortunado de haber encontrado por fin al Maestro. Además, fui tocado por su gentileza infinita y por sus maneras sencillas. Cada vez que recuerdo las cosas que el Maestro hizo esto me conmueve y cuando miro atentamente su foto con nosotros, me emociono hasta las lágrimas. Gracias a mi fe sólida en el Maestro y Dafa, como todos mis compañeros de práctica, cultivé aguantado todas las pruebas y tribulaciones un año después de otro.

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