Después de numerosos métodos de torturas, el policía perverso se rindió y dijo: “ya estás libre.”

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En junio de 2000, fui a Beijing para validar la Ley, fui detenida ilegalmente y obligada a realizar trabajos forzados. En el campo de trabajos forzados no colaboré con los perversos. Sufrí maltratos y torturas. Durante ese periodo, permanecí en huelga de hambre continua, 2 meses después, fui liberada incondicionalmente.

Un día por la noche, cuando estaba enviando pensamientos rectos, siete u ocho policías perversos sitiaron mi casa. Mi marido oyó ruidos afuera y abrió la puerta así, los policías entraron a mi casa por la fuerza. Tres o cuatro policías me cogieron y me sacaron afuera, otros tres o cuatro policías sujetaron a mi marido para que no se moviera, mis dos hijos lloraban y gritaban por el miedo. Firmemente, no me dejé llevar, pero ellos me arrastraron por el suelo forzadamente, haciendo me sangrara la cadera. Me llevaron al Campo de Trabajos Forzados.

Una vez llegada al Campo de Trabajos Forzados, inicié huelga de hambre en protesta por la ilegal detención. Estuve enviando pensamientos de rectitud y no les contestaba a los policías. Los policías perversos me pegaron salvajemente, me pusieron las mariposas durante varios días consecutivamente. No me sentí asustada por ellos, continué la huelga de hambre. Por fin, un mes después los policías perversos pararon las palizas. Más tarde, con engaños me hicieron entrar a una pequeña habitación donde no me dejaron dormir en tres días y tres noches. El primer día me torturaron desde las 8 de la mañana hasta la 11 sin parar. Me dieron descargas eléctricas con bastones eléctricos, utilizaron también cable de cobre de un antiguo aparato de teléfono para darme descargas eléctricas en los dedos del pie hasta que el aparato se estropeó, sentía calambres por todo el cuerpo. En los dos días siguientes, me dieron descargas eléctricas ininterrumpidamente. Aún así, no pudieron cambiar mi firme fe en Dafa.

Unos días después, los perversos me llevaron a un campo desierto del campo de trabajos forzados, me dieron descargas eléctricas con bastones eléctricos. Me forzaron a decir algo malo del Maestro. Dije, mi Maestro no me mintió, mi Maestro me dijo que hay que ser buena persona y nunca dejaré la práctica de cultivación. Así, los perversos no tuvieron más remedio que devolverme a la cárcel.

Una noche, los policías perversos me llevaron a un cementerio, cerca de un desaguadero. Me ataron en un árbol al lado del desaguadero y pusieron un radio casete que emitía sonidos terribles y diabólicos que habían grabado anteriormente, para asustarme. No tenía ningún pensamiento de miedo en mi mente. Un rato más tarde, vino un coche, bajaron dos hombres, me golpearon con patadas y puñetazos y con palos. Luego me llevaron al desaguadero presionando mi cabeza y dijeron que si no abandonaba la práctica de cultivación me ahogarían hasta la muerte. Recordaba sólidamente que era una practicante de Dafa. Al final, los perversos otra vez fracasaron en su intento.

Aún así, los salvajes y perversos policías no cesaron. La misma noche, me llevaron de vuelta, me quitaron la ropa y echaron agua fría sobre todo mi cuerpo. Me forzaron a sentarme en el suelo y me dieron descargas eléctricas. Entonces era pleno invierno, temblaba fuertemente por el frío pero no dije nada. Así, pasó una hora, ellos vieron que esta manera tampoco funcionaba en mí. Al día siguiente, fueron todavía más crueles, azotaron mis rodillas con palos, patearon mis piernas causándome inflamación de las piernas por muchos días, no podía ir al baño. Los policías perversos me raparon, echaron agua fría por mi cuello dos veces y soplaban viento con un ventilador eléctrico. Pusieron las cáscaras de las pipas dentro de mi ropa; me quemaron los labios con cigarrillos encendidos; me abrieron la boca forzadamente y soplaban humo; me dieron descargas eléctricas con bastones. Me dijeron que ellos tenían que entregar al gobierno provincial un cupo de 2 practicantes y si no abandonaba la práctica de cultivación, me aplicarían “torturas grandes”. Sin importar lo que me decían los policías perversos, mi fe era firme y no alejé a Dafa. Finalmente, dijeron que me iban a dejar descansar unos días, que iban a pensar soluciones. Tres días más tarde, los policías perversos dijeron con mal humor: ”no hay maneras contigo, no tenemos más formas para convertirte, de hoy en adelante no hablamos más sobre la conversión, ya estás libre.”

Dos días después, ellos me trasladaron a la ciudad de Tangshan. Allí seguí sin colaborar con los mandatos y órdenes de los policías perversos. Después de dos meses de huelga de hambre, fui liberada incondicionalmente. Sentía profundamente la importancia de un firme pensamiento de rectitud y lo poderoso que es Falun Dafa.

Versión china disponible en http://www.minghui.org/mh/articles/2003/4/7/47864.html

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