A la reciente propuesta de España sobre un mayor acercamiento hacia China que incluiría entre otros asuntos el levantamiento del embargo de armas decretado por Europa tras la matanza de Tiananmen, altos mandatarios europeos han expresado su determinación de poner bien alto la defensa de los Derechos Humanos que la dictadura comunista china gravemente conculca.
A pesar de la defensa de España, considerada por el régimen comunista chino como su mejor país amigo en Europa, esta decisión despierta alarma en la diplomacia Europea, la cual ve cada vez con mayor claridad que tras la crisis económica, el régimen ha perdido las formas y ya no disimula su cada vez mayor agresividad. También crea preocupación en Europa el hecho de que a España solo le importe su preponderancia económica y comercial, incluso por encima del apoyo de Beijing a Irán, o la actitud despótica del régimen chino en la Cumbre del Clima de Copenhague, donde se permitió el lujo de enviar una delegación de segunda y agitar el dedo ante el Presidente Obama y Europa.
Una de estas voces que se han levantado en contra es la del Secretario General del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, máximo responsable de la institución que garantiza los derechos humanos en Europa y que agrupa a 47 países, quien declaró recientemente en respuesta a la propuesta del ministro de Asuntos Exteriores español Miguel Ángel Moratinos, que "más líderes y más países" deberían dar prioridad a las libertades al tratar con China, en lugar de permanecer "bastante en silencio porque miran sus intereses comerciales".
También, Catherine Ashton, jefa de la diplomacia europea, ha censurado al régimen comunista en días recientes, tras confirmarse la condena a 11 años de prisión del activista chino Liu Xiaobo, defensor de la democracia y los derechos humanos, de cuyo juicio las autoridades chinas expulsaron a los observadores europeos, para que éste se celebrara a puerta cerrada, violando "un principio fundamental del Estado de Derecho", según manifestó Ashton en un comunicado.
Del mismo modo, el régimen chino rechazó aclarar a petición de la UE el paradero del abogado de derechos humanos Gao Zhisheng, desaparecido cuando se encontraba bajo custodia policial. Como también rechazó las peticiones de clemencia europeas el pasado diciembre para un ciudadano británico con problemas mentales, que finalmente fue ejecutado.
En la trayectoria de la UE de defensa de los derechos humanos en relación a China, también se enmarca la concesión por el Parlamento Europeo del premio Sájarov 2008 al disidente chino Hu Jia, quien permanece aún encarcelado desde abril de ese mismo por su lucha a favor de la libertad y los derechos humanos en China.
Este premio ya había sido concedido en 1996 al disidente chino Wei Jingsheng, símbolo de la lucha por la democracia en China y del diálogo con los tibetanos. Wei había sido autor de un famoso ensayo, "La quinta modernización: la Democracia", en respuesta a las "Cuatro Modernizaciones" de Deng Xiao Ping.
El Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, bautizado así en honor del disidente y científico soviético Andréi Sájarov, fue establecido en diciembre de 1985 por el Parlamento Europeo como un medio para homenajear a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y libertades, y se concede cada año el día en el que se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
También la condena por el genocidio al movimiento espiritual Falun Gong, o la Declaración escrita del Parlamento Europeo contra la interrupción de la señal de NTDtv (televisión de noticias sin censura), en China, pone de manifiesto la tradición de defensa de los derechos humanos y democráticos por parte de la Unión Europea en relación a este país.
Esta tradición, que en los últimos tiempos parecía haberse debilitado bajo las implacables presiones del régimen de Beijing, especialmente coincidiendo con el brutal impacto de la crisis económica en EEUU y Europa, parece volver a tomar vigor en la actualidad, tal vez por una conciencia cada vez mayor de que al preponderante poder económico y político de China le es completamente necesaria una reforma democrática, incluso como síntoma de su buena salud y fiabilidad.
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