Desde que empezó en 2004 su viaje alrededor del mundo, La Exhibición Internacional de El Arte Zhen-Shan-Ren, es decir "El Arte de Verdad, Benevolencia, Tolerancia", visitó más de cuarenta países y a más de doscientas ciudades. Hoy hace su paso por España.
La gente admira las obras en la exposición realizada en Guadalajara. (Laura Martinez/La Gran Época) |
Alrededor de 2.500 personas visitaron la sala del Centro Cultural de Guadalajara, donde la exposición tiene sus puertas abiertas durante 20 días de 19:00 a 21:00.
En su itinerario, primero recorrió las salas de Barcelona y aquellas en islas Canarias; después se fue por Zaragoza, para pasar a la exposición en el Centro Iber Caja que finaliza hoy.
Radio, televisión, prensa y redes sociales apoyaron el acontecimiento único, a través de una gran difusión por toda la ciudad.
Cientos de ciudadanos de esta pequeña localidad de 85.000 habitantes, apreciaron el arte divino que inspira una "increíble paz y una ternura sin iguales", según sus visitantes.
Un arte que consigue llegar al corazón de las personas
En el libro de comentarios algunos describieron el impacto que les significaron las obras.
"¡Son unas obras preciosas, me han hecho llorar!".
"¡He sentido como las flores volverán a crecer, como el sol volverá a brillar, como el mar devolverá la libertad y se conseguirá la paz en China, y en el mundo entero!".
"¡Esta exposición no es solo para mirarla con los ojos físicos, sino con la mirada interior, con fuerza para conseguir ser mejor persona!".
Una pintura testimonial
Zhen Shan Ren (en castellano Verdad, Benevolencia, Tolerancia) lo forma un grupo de artistas procedente de Nueva York, en su mayoría pintores chinos exiliados, anteriormente perseguidos y torturados en China por realizar una práctica pacífica y milenaria de meditación, Falun Gong, la cual es guiada por estos principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.
Nueva York fue el centro de acogida de estos pintores, y fue ahí donde nacieron como grupo y desde donde dieron a conocer su pintura, una pintura figurativa calificada de hiperrealista.
La muestra es considerada como una pintura testimonial pero no documenta la vida cotidiana norteamericana, sino la china, y más especialmente, la de practicantes de esa pacífica vía espiritual.
Cuadros que representan detenciones, encarcelamientos, torturas, etc., muestran una realidad dramática donde los derechos humanos son vulnerados de forma brutal. Violencia, injusticia, abusos de la autoridad, o directamente la muerte de estas personas tras ser extraídos sus órganos vitales a la fuerza, esa realidad está sucediendo en China, en este momento y desde el año 1999, es decir, desde hace catorce años.
El expresionismo sería en arte el vehículo más adecuado para expresar tanto dolor, con su pincelada rápida nacida de la indignación, el violento lenguaje de los colores primarios o el desgarro de la figura deformada.
Sin embargo, los pintores de Zhen Shan Ren, desde la postura pacífica que asumen, no lanzan su grito de protesta ante la injusticia más brutal ni buscan lo feo para expresar la degradación del ser humano, sino que deciden expresar la tan dura realidad mediante una gran calidad técnica y una exquisita belleza, dando como resultado hermosas obras de arte.
Un realismo celestial
Esta pintura reproduce la realidad con gran fidelidad, pero no busca la manipulación fotográfica ni experimentos visuales de superposición de imágenes o técnicas digitales.
La pintura de Zhen Shan Ren es fiel a la técnica tradicional de los grandes maestros de la pintura clásica, de ahí la excelente calidad de sus cuadros, la perfección de su técnica y el valor que dan a la belleza, necesaria siempre en el lienzo hasta para expresar la realidad más terrible.
Tampoco buscan la pintura estereotipada de los hiperrealistas que muestra la superficie de la vida cotidiana, sino una pintura que exprese el latido de la vida interior, lo que está más allá de lo que se ve, la vibración del alma.
Estos pintores, partiendo de una pintura testimonial llegan a trascenderla.
Junto a la presencia del mal, representado por las torturas mismas o los policías agrediendo, junto al dolor que se experimenta en muchos de sus cuadros, siempre está la presencia del bien: la gran bondad y virtud irradia al espectador desde estas personas que aceptan y superan pacíficamente tan dramática situación.
Son cuadros de una gran riqueza espiritual. En alguno de ellos el sentido simbólico está patente, en otros, el pintor transmite sus vivencias interiores desde su contacto con lo divino, desde ese espacio sagrado que nace con la meditación, y desde su propia alma de pintor, muestra al espectador una nueva dimensión, espacios celestiales donde lo sublime inunda el lienzo. Realismo celestial, dos palabras que, unidas, bien podrían definir la pintura de Zhen Shan Ren.
Un legado necesario
Hoy día en que todo puede ser llamado arte, resulta necesario reconocer el arte verdadero. Estos cuadros no dejan al espectador anclado en la belleza de sus obras o en su técnica perfecta, sino que le llevan a ese estado contemplativo del que nace una reflexión, reflexión sobre la sociedad actual, sobre uno mismo y sobre nuestra propia condición humana.
Los pintores de Zhen Shan Ren en su búsqueda de lo verdadero recuperan los eternos valores del arte. Retornan a la forma ortodoxa del arte y, situándose por encima del ego, sin estilos propios que anhelar, valoran el dominio de habilidades y de todo un aprendizaje que les permita expresar, de la forma más bella y perfecta posible, lo que han de decir.
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