Día de la familia: amor y devoción en la antigua China

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Al ver caer fruta madura, recuerda que proviene del árbol; al tomar agua, piensa en las fuentes de la que proviene, dice un dicho chino que se originó en la dinastía Tang (960–1279).

El ministro se conmovió con lo que vio y se acercó a la pareja para conversar con ellos. (Sandy Jean/La Gran Época)

Este mes se celebra el Día de la Familia en cuatro provincias canadienses, lo que también es una oportunidad para celebrar la antigua tradición china que pone un alto valor en atesorar el origen de uno, en cuidar a los seres queridos, y en tener relaciones armoniosas dentro de la familia.

Según las enseñanzas de Confucio, la importancia de la familia se extiende al bienestar del país. "En Zhou Yi", conocido también como el "Clásico de los Cambios", "cuando la familia es estable" se dice que "el Estado es estable". Asimismo, en el "Clásico de los Ritos" se declara, "Las familias que están reguladas (bien manejadas y en orden) traen Estados bien gobernados".

A través de las épocas se han transmitido muchas historias que ejemplifican la mirada de la importancia de la familia y de una vida familiar armoniosa, para la gente y sus comunidades en la antigua China. Las siguientes son sólo unas pocas.

Tratarse unos a otros con el mismo respeto como si fuera una visita
La primera historia nos cuenta del gran respeto mutuo y honor con el que se trataban un hombre llamado Xi Que y su esposa.

Durante el Período de Primavera y Otoño (770–476 a. C.), el rey del estado de Jin envió a uno de sus ministros a visitar otro estado. De regreso a casa el ministro vio a un agricultor trabajar su campo y a una mujer joven que le llevaba comida para el almuerzo.

Aunque la comida era humilde, la joven mujer quien parecía ser la esposa del granjero, se la ofreció al campesino sosteniendo la bandeja con sus dos manos de una forma muy respetuosa.

De una forma parecida el agricultor aceptó la comida con gran respeto. Mientras el campesino comía su esposa se mantuvo de pie a su lado esperando amablemente.

Según las enseñanzas de Confucio, la importancia de la familia se extiende al bienestar del país
El ministro se conmovió con lo que vio y se acercó a la pareja para conversar con ellos.

El nombre del granjero era Xi Que. Al regresar a Jin, el ministro pidió una audiencia con el rey y le contó acerca del Xi Que y su esposa.

"Su ministro observó que Xi Que y su esposa se tratan con mucho respeto, como si fueran un invitado para el otro", le dijo él al rey.

"Su Alteza, su ministro cree que tal respeto mutuo es una principal manifestación de virtud, y que aquellos que son virtuosos son los mejores candidatos para manejar los asuntos del país".

Él recomendó con entusiasmo a Xi Que al rey; el rey siguió su consejo y le dio a Xi Que un importante cargo en el estado de Jin.
Xi Que sirvió a Jin con coraje, sabiduría y gran mérito, más tarde fue sucesivamente promovido a cargos más importantes.

La gentileza de una nuera salva a su familia
La segunda historia ocurrió durante la dinastía Qing (1644 - 1911), y trata acerca de un hombre llamado Gu Cheng y su virtuosa nuera.

Gu Cheng tenía un hijo que se casó con una joven mujer apodada Qian.

Una vez, cuando la nuera de Gu Cheng visitaba a sus padres, una enfermedad infecciosa aguda súbitamente se dispersó por la ciudad donde vivía Gu Cheng. La epidemia avanzó amplia y rápidamente, y muchas personas murieron.
Todos estaban asustados, e incluso, parientes cercanos no se atrevían a visitarse por temor a la infección.
Desgraciadamente, Gu Zheng y su esposa también se contagiaron seguidos por todos sus seis hijos e hijas.
Cuando la nuera de Gu Cheng supo la noticia inmediatamente hizo preparativos para regresar a la casa de su esposo para ayudar con el cuidado de su familia.

Sin embargo, sus propios padres, por amor a su hija, le pidieron ansiosamente que no se fuera. "Tememos que te contagies tú también", dijeron.

Su hija les respondió: "Cuando me casé con mi esposo también se tornó mi deber servir y ayudar a la madre y al padre de mi esposo y a su familia. Ahora están enfrentados a un gran peligro por la enfermedad. Si no regreso a cuidarlos, ¿entonces no sería ese un comportamiento cruel e inhumano?"
La nuera de Gu Cheng hizo sus mejores esfuerzos para alivianar la preocupación de sus padres, y después rápidamente regresó a casa de su esposo.

Poco después de su regreso, los ocho miembros de la familia de Gu Cheng de pronto se recuperaron de la enfermedad.

La gente local pensó que la amabilidad y la piedad filial de la joven nuera motivó a los dioses a transmitir sus bendiciones a toda su familia.

Kong Rong elige una pera
La historia de Kong Rong, un niño educado y respetuoso, es contada en el "Clásico de tres caracteres", texto compuesto por una serie de versos sencillos de tres caracteres que se utilizó desde la dinastía Song para enseñar a los niños acerca de los principios morales así como de literatura, historia y una amplia gama de otros temas.

Kong Rong nació casi al final de la dinastía Han del este (25–220), y fue descendiente de Confucio, también conocido como Kongzi.

Cuando Kong Rong tenía cuatro años, ya había incorporado la virtud de respetar a sus hermanos mayores, dándoles prioridad a ellos con cortesía y etiqueta.

Kong Rong tenía varios hermanos y hermanas mayores. Un día su familia recibió de regalo una canasta llena de deliciosas peras; su padre, amablemente, le pidió a él que fuera el primero en escoger una pera de la canasta.

Rápidamente Kong Rong escogió la pera más chica.

Su padre preguntó, "Hijo mío, ¿por qué sacaste una pera tan pequeña y no una más grande?"
Kong Rond respondió, "Soy el menor, por lo que debería sacar la pera más pequeña. Mis hermanos y hermanas son mayores que yo por lo que deberían sacar las peras más grandes".

Por su naturaleza amable y honesta y por su respeto y consideración por los otros, la familia de Kong Rong lo consideraba con especial afición y afecto.

El encuentro con bandidos de dos hermanos nobles
Otra historia que cuenta el gran amor y devoción entre hermanos sucedió durante la dinastía Han (206 a. C. – 220 d. C.).

La historia es acerca de un hombre llamado Zhao Xiao y su hermano menor Zhao Li, quienes eran muy amables y leales entre sí.

Un año, una hambruna afectó a su ciudad natal, y un grupo de bandidos secuestraron a Zhao Li de su casa y lo llevaron hasta su escondite en las montañas con intención de comérselo.

Zhao Xiao persiguió a los bandidos hasta su escondite y les dijo: "Mi hermano no está en buen estado de salud, además es bajo y delgado. No está bueno para comérselo. Soy saludable y fornido y estoy dispuesto a que me coman en lugar suyo".

Sin embargo, Zhao Li no estuvo de acuerdo con su hermano.

"Fue a mí a quien atraparon. Es mi destino. No hay razón para que tomes mi lugar hermano", dijo Zhao Li.
Entonces, los dos hermanos se abrazaron, ambos en lágrimas.

Viendo la noble conducta de los dos hermanos los ladrones se conmovieron tanto que los soltaron a ambos.

Más tarde el emperador supo de este incidente y emitió un edicto para asignar cargos de gobierno en su corte tanto a Zhao Xiao como a Zhao Li.

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