Testimoniar para la historia: Un cuerpo sin faltas

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En el norte de China, hay un campo de trabajo forzado con altas puertas de hierro y un patio profundo. Numerosos practicantes que se atrevieron a decir la verdad estaban ilegalmente detenidos allí en varios edificios-dormitorios. Como el día de visita se acercaba, con algunos otros practicantes decidimos visitar a los que estaban detenidos. Cuando llegamos allí, se nos dijo que no tenían derecho a las visitas porque estaban determinados en su creencia en Falun Dafa y por lo tanto tenían un "pobre resultado". Nos sentimos muy decepcionados. ¡Queríamos tanto ver a nuestros compañeros!

Estabamos vagando por el patio, y sin darnos cuenta, nos encontramos en un terreno del lado sur del campo. Había varios montones de carbón cubiertos por una nieve gruesa, a 20 o 30 metros de los edificios-dormitorios. Subimos arriba de los montones de carbón y observamos en la dirección de los edificios-dormitorios. Había mucha gente que iba y venía en las pasarelas. Repentinamente, vimos varias siluetas familiares agitando la mano en nuestra dirección. Agradablemente sorprendidos, gritamos: "¡Mira, son nuestros compañeros de práctica!" Finalmente habíamos visto a nuestros compañeros determinados. Pensando en sus sacrificios validando Dafa y en los días y noches que habían aguantado en circunstancias difíciles, todos nos emocionamos totalmente hasta tener lágrimas. Al observarlos de lejos, les hicimos Heshi (un saludo tradicional chino y señal de respeto en el que las manos se juntan delante del pecho). Este Heshi representaba nuestros más sinceros saludos y respetos. Los dos practicantes del otro lado también nos hicieron Heshi. Este gesto era para nosotros el mejor estímulo. En ese momento, aunque no podíamos comunicarnos con palabras, "Heshi" sustituía todas las palabras. El tiempo pareció pararse. Sentíamos todos que nuestros corazones estaban conectados y nos fundíamos juntos en la “cultivación” de la rectificación de la Ley. Si las altas paredes y los patios profundos nos separaban físicamente, nunca podrían separar nuestro solo cuerpo sin fallos. Éramos partículas de la Ley, decididos e inquebrantables como el Vajra. Nos animamos mutuamente. Nuestros corazones diligentes se fusionaron juntos en un único cuerpo sin falla. Y nuestros corazones que asistían al Maestro en la rectificación de la Ley y salvaban seres se fundieron en un único cuerpo sin falla.

Esto pasó hace mucho tiempo, pero es el recuerdo más precioso en mi corazón. Cuando lo recuerdo, la emoción me invade, y amo todavía más esta oportunidad sin precedente.

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