Era un criminal encarcelado en el campo de trabajo forzado de Dalian. Acabé mi condena y he sido liberado. Allí, asistí a la persecución infligida a los practicantes de Falun Gong. Simpatizo con ellos en lo más profundo de mi corazón. Fui allá un supuesto "profesor adjunto". Por el hecho de que no comprendía Falun Gong, al principio de mi encarcelamiento hasta abofeteé la cara de los practicantes. Fui influido por los programas de televisión pensando que todos los practicantes de Falun Gong son malos. Pero cuando estuve en contacto con ellos, gradualmente comprendí que todos ellos eran gente amable. Había muchos mosquitos aquí en verano pero jamás los vi matarlos. Me dijeron que un mosquito era una vida y que no mataban ninguna vida. ¿Cómo podían matar a un ser humano?
Cualquiera que está en contacto con ellos no diría nada malo al respecto. Nunca han aceptado lo que queríamos darles, practicaban la austeridad y hacían todo lo posible para ayudar a los demás. Esta es la razón por la que yo también quise hacer lo posible para ayudarlos. Me entendí muy bien con ellos. Cuando toxicómanos me pidieron golpearlos, no pude seguir estas órdenes. Si se me pedía supervisarlos y hacerlos tenerse de pie para castigarlos, les dejaba secretamente sentarse cada vez que era posible.
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