¿Es verdad que la creciente exportación china se basa en la explotación y torturas de los prisioneros? ¿Todas las fábricas contratan millones de esclavos? “En China, hay más de mil crueles campos de trabajos forzados que están vendiendo sus productos en nuestros mercados a un precio sin competencia. Pelucas, joyas, juguetes, pelotas, ropa... La economía china, en su camino a la dominación mundial, está amenazando nuestros negocios y nuestros empleos. Esta economía está basada en las condiciones inaceptables e inhumanas de sus trabajadores, las violaciones masivas de los derechos humanos y de las convenciones de la Organización Internacional de Trabajo. Este es un comercio desvergonzado”, dice, dando en el punto clave, el representante de la organización de Acción para la Democracia Verdadera en China, la cual ha sido recientemente creada en Ginebra.
Esta organización de acción fue iniciada por Regis De Battista, director de “Casa de las ONG” de Ginebra y presidente del Comité de Apoyo a la Gente Tibetana. Él reunió las ONG, organizaciones de derechos humanos y representantes del perseguido movimiento espiritual Falun Gong. Su objetivo es concienciar a las autoridades y empresas suizas sobre los peligros del “dominio chino sobre la economía global” y a la vez el “desprecio de un código de ética”.
Relanzamiento de dos mociones
De Battista espera relanzar dos mociones que propuso cuando era miembro de parlamento socialista en el Consejo de Ginebra. Estos proyectos piden especialmente que el Consejo Estatal estudie las consecuencias sobre los diferentes condados de la “venta por vertido de China”, y que estos no compren productos de China mientras ésta no respete normas internacionales en sus condiciones de producción. “Sin embargo, es difícil resolver estos problemas, ya que nos enfrentaríamos contra grandes intereses económicos”.
Varias víctimas de esta esclavitud económica han venido a Ginebra para ofrecer sus testimonios. La famosa pintora de nacionalidad australiana, la señora Zhang Cuiying, por practicar Falun Gong, fue hecha prisionera durante ocho meses en el campo de trabajos forzados de Shenzen: “tuve que trabajar desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. Tuve que hacer bombillas para luego exportarlas a Hong Kong. Frecuentemente me golpeaban sin motivos, me daban descargas eléctricas e incluso abusaron sexualmente de mí. También me encerraron en celdas con criminales masculinos y enfermos psíquicos. Hay millones de personas que todavía están sufriendo estos tratos en China.”
Chen Ying, una estudiante en Francia, fue detenida por la misma razón cuando viajó a Pekín para visitar a su familia. En el campo de trabajo, ella hacía conejos de juguete destinados a promover productos de Nestlé. “Las condiciones de higiene eran pésimas, dormíamos, comíamos, trabajábamos y nos aseábamos en un mismo lugar. Los palillos higiénicos de comida para los restaurantes también fueron fabricados allí.” Ella también sufrió privación del sueño y lavado de cerebro. Fue inyectada con un tipo de sustancia química por cual la mitad izquierda de su cuerpo todavía está paralizada.
6,8 millones de personas esclavizadas para trabajos forzados
Hay más de mil campos de trabajos forzados en China, similares a los campos soviéticos del Gulag y los campos nazis. "Emplean" 6,8 millones de personas encarceladas, de las cuales cien mil son practicantes de Falun Gong y otros cientos de miles son presos de conciencia. “Resulta imposible saber hasta qué punto ellos contribuyen al desarrollo económico chino. Sin embargo, indudablemente este sistema está proporcionando al Estado una enorme mano de obra gratuita”, dijo Zhao Zhang, un hombre de negocios de los Estados Unidos y presidente de la ONG “Organización Global de Investigación sobre la Persecución del Falun Gong” (WOIPFG), una persecución causante de al menos 10.000 muertes según Mark Palmer, ex embajador de los Estados Unidos en Pekín.
“Debido a que los Estados Unidos prohíben la importación de los productos fabricados por medio de trabajos forzados, más de veinte cargas de mercancías fueron confiscadas”. Zhang añadió que la totalidad de la industria de pelucas en China se sustenta en los trabajos forzados de los presos. La fábrica en Henan de la compañía Rebecca tiene un volumen de ventas de sesenta millones de dólares (las pelucas se venden aproximadamente a cien dólares la unidad en Occidente); lo mismo para la industria de sudaderas y jerseys de lana. Los sindicatos de comercios de los Estados Unidos están preparando una denuncia global en contra de esta “injusta competencia”.
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