La ciudad de Passau situada en el este de Baviera, Alemania, tiene una frontera con la República Checa al este. Se cuenta entre las siete ciudades mejor situadas del mundo. Los visitantes afluyen todo el año. La situación geográfica de Passau es única porque está situada en el punto de encuentro de los ríos Donnau, Inn e Iltz, lo que hace que a menudo sufra inundaciones. En consecuencia, el suelo a nivel de calle no es habitable y hay en general una gran escalera que lleva al primer piso.
Passau está hermanado con la ciudad china de Liuzhou en Guangxi, así que sus habitantes sienten mucho interés en todo lo que respecta a China. Sin embargo, no saben mucho de la persecución de Falun Gong. El 21 de agosto de 2004, los practicantes de la localidad hicieron una exposición anti tortura en el centro de la ciudad, con el apoyo de los practicantes de las ciudades de alrededor como Munich, Regensburg y Cham. La lluvia se intensificó cuando colocamos la exposición, lo que hizo difícil las demostraciones y la distribución de folletos. La lluvia molestó también la exposición de tortura, pero comenzamos a emitir pensamientos rectos cada media hora y la lluvia paró.
Para los transeúntes, la exposición de tortura fue inevitablemente el acontecimiento del día. La exposición mostraba lo que los practicantes de Falun Gong sufren en China. Lo mostrado sólo es la punta del iceberg, pero era bastante sorprendente para la gente que pasaba por allí. Tan pronto como la exposición comenzó, inmediatamente atrajo a mucha gente que continuaba fluyendo sin cesar. Algunos, sorprendidos, no podían pronunciar una palabra. Una señora preguntó si la joven chica encerrada en la jaula fue realmente golpeada, porque las heridas parecían de verdad. La gente aceptaba los folletos sin cesar. La inmensa mayoría de la gente preguntó cómo podían ayudar a los practicantes en China y muchos firmaron la petición para llevar a Jiang a la justicia.
Antes de que las actividades acabaran, todos los folletos fueron distribuidos. Ciertas personas que no los obtuvieron quedaron muy decepcionadas. Mientras recogíamos nuestro material, un hombre mayor no dejaba de fijarse en el cartel y no parecía decidido a irse. Por suerte, uno de los practicantes encontró un último folleto en su bolsa que prontamente le dio al señor que lo aceptó con una mirada de gratitud diciendo "!Gracias!" repetidas veces.
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