La semana pasada durante la conferencia de la Ley en Washington D.C., pregunté a una practicante cómo se celebraba una actividad. Me respondió: "Todos los practicantes importantes fueron al congreso a clarificar la verdad. Sólo nosotros, los practicantes de nivel bajo estamos disponibles. A pesar de todo, esta actividad se celebra relativamente bien."Aunque esto era sólo una broma, los problemas que de esto surgieron merecen nuestra atención. Todos los practicantes cultivan Dafa; ¿desde cuando tenemos una jerarquía? Sin embargo la noción de jerarquía se volvió muy difundida entre los practicantes, al ser peor la situación en ciertas regiones.
En ocasiones oigo a practicantes quejarse de que un asistente regional o un coordinador de proyecto no puede aceptar las sugerencias y criticas de otros. No creo que esto sea sólo problema de este asistente en particular, sino que está unido a la noción de jerarquía establecida entre los practicantes.
Este género de noción crea una barrera humana en el seno del cuerpo entero de los practicantes. La manifestación más aparente de esto es tratar de manera particular a los asistentes regionales y a los coordinadores de proyectos o incluso a los practicantes que son aptos para participar en numerosos proyectos. Dos actitudes extremas pueden ser observadas desde nuestra percepción de practicantes que tienen posiciones de líderes o de autoridad.
En primer lugar, encontramos la dependencia, el apego o la adherencia ciega hacia ciertos practicantes. Hay practicantes que en lugar de tomar la iniciativa para acabar una tarea esperan pasivamente a otros que consideran más capaces de organizar las cosas. El miedo de poner en tela de juicio la autoridad hace que sigan ciegamente la opinión y las decisiones de otros. Cuando detectan insuficiencias en otros practicantes son incapaces de señalarles con compasión. Algunos piensan que puesto que estos practicantes contribuyen tanto, simplemente no pueden criticarles; algunos están bloqueados por la mentalidad de no querer perder prestigio y entonces temen ser molestados; otros no quieren ofender a la gente, etc.
Una vez, una región quiso organizar actividades importantes. Surgió entonces una discusión con relación a la gestión del dinero y varios practicantes tenían opiniones diferentes. Sin embargo, muy pocas personas compartieron sus ideas con los coordinadores. La actitud más corriente fue: "Soy sólo un practicante ordinario y no tengo ningún derecho a volver a discutir las decisiones tomadas por los coordinadores”. Sin embargo, los coordinadores son también practicantes ordinarios y también pueden cometer errores. Puede que ellos sean incapaces de pensar en los pormenores. Si otros practicantes no les informan sobre los problemas que observaron, ¿cómo pueden los coordinadores organizar mejor la actividad?
Además, estos comportamientos suprimieron mucho la iniciativa y el sentido de responsabilidad de ciertos practicantes durante el período de la rectificación de la Ley. Ponen demasiadas responsabilidades sobre los hombros de los asistentes, lo que les da mucho trabajo. Esto les reduce el tiempo que conceden al estudio de la Ley y a la práctica de los ejercicios y a largo plazo arrastra problemas en su cultivación personal.
Ciertos practicantes crean una atmósfera negativa elogiando exageradamente a los asistentes o empujándoles a hacer muchas cosas. En tal ambiente, estos practicantes conocidos como cuidadosos y estrictos hacia ellos mismos, desarrollan inevitablemente un apego a la importancia de sí mismos y así tienen muchas dificultades en progresar en este género de medio que les creamos. En consecuencia, la perversidad podría fácilmente sacar provecho de ellos y manifestar tribulaciones que habrían podido ser evitadas.
Cuando acusamos a los asistentes de llevar aires de burócratas, ¿miramos dentro de nosotros mismos para ver si tal vez animamos tal atmósfera? ¿Consideramos a todos los practicantes como nuestros iguales? Cuando tenemos el ánimo de ser responsables con otros practicantes y no tratamos a los asistentes como burócratas, éstos no se comportarán de tal manera.
Otro tipo de comportamiento originado por la noción de jerarquía es cuando los practicantes son demasiado duros con los asistentes. Oigo a los practicantes quejarse a menudo de las insuficiencias de los asistentes. Sin embargo, si el problema sale a la superficie con otro practicante, la disputa no será tan seria. ¿Por qué? Porque siempre estamos tratando de otro modo a los asistentes.
El Maestro dijo:
“De hecho, cuando selecciono a personas para ser asistentes no lo hago de acuerdo a quién tiene el nivel más alto. A mis ojos los seres vivientes son iguales. Cuando se trata de seres vivientes no tengo ninguna idea de si tú eres mejor que él o que él es mejor que ellas. Sólo miro si la persona tiene la experiencia y el entusiasmo de trabajar para un grupo. Ese es el único pensamiento que tengo. No tengo pensamientos como el siguiente: “Ésta persona es capaz de cultivarse bien y es mejor que otros, así que le pediré que sea un asistente”. Desde el comienzo de la cultivación de una persona común hasta que ha alcanzado la perfección, cómo se cultiva en el proceso, y si puede alcanzar la perfección, eso depende de si este cultivador puede cumplir con el estándar.” (Enseñando la Ley en la Conferencia de Atlanta 2003)
El Maestro también explica:
Un encargado de los Dafa dizi es en realidad una persona que coordina, una persona de contacto, un mensajero. No lo tomen como si fuera el Shifu, poniendo tanta esperanza en él, convirtiéndolo en un bastón de vuestra cultivación y pensando que él tiene que hacer todo bien. (Explicando el Fa en la conferencia de estudiantes de la región de Asia-pacífico)
Mi comprensión es que los coordinadores y los asistentes están aquí para mejorar la eficacia y el rendimiento de nuestro trabajo de rectificación de la Ley y de la salvación de los seres. Es una división de tareas. La idea de "qué es más importante" o bien "quien hace mejor el trabajo" no existe. Cuando eliminemos nuestra noción de jerarquía, no criticaremos más las insuficiencias de los coordinadores y de los asistentes.
La noción de jerarquía se manifiesta también bajo otros aspectos. Por ejemplo, el número de años que llevan los practicantes cultivándose, sus capacidades, su edad, o su estatuto en la sociedad de la gente común, etc., son utilizados para clasificarlos en diferentes categorías. Creo que estas nociones y apegos nos señalan que no tenemos claros los principios de la gran Ley. Somos todos discípulos del Maestro y cultivamos totalmente la gran Ley. La cultivación se refiere al espíritu y no se preocupa de manifestaciones en el mundo humano. Si llevamos totalmente el mismo corazón puro y recto, importa poco si hacemos pequeños o grandes trabajos o simplemente distribuimos folletos. Cuando alcancemos la Plenitud Perfecta, el Maestro nos ofrecerá a todos la misma magnificencia.
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