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El 8 de septiembre de 2004 los practicantes de la República Checa, de Bratislava en Eslovaquia e Inglaterra, se reencontraron en la ciudad de Brno, capital de Moravia, para permitir a sus ciudadanos conocer detalladamente la persecución de los practicantes de Falun Gong en China. Un nuevo método para clarificar la verdad, una demostración antitortura, mostraba el contraste entre los ejercicios pacíficos y armoniosos, la meditación y los métodos escandalosos utilizados para torturar a los practicantes en China.
La demostración captó la atención de los ciudadanos de Brno este día allí, nada parecido a esto se había hecho jamás en la ciudad. Los practicantes en trajes rojos y dorados mostraban los ejercicios y la meditación, distribuyendo folletos en varias lenguas y explicando los hechos de la persecución. Otros llevaban camisas blancas y pantalones desgarrados, manchados de sangre y quemados, “oficiales de policía chinos” agarrándoles detrás de ellos. Representaban los métodos de tortura actualmente utilizados para hacer sufrir a los practicantes en China.
Entre los métodos de torturas expuestas, había unos practicantes con heridas que parecían muy reales. El confinamiento en una pequeña celda, una celda demasiado baja para sentarse y demasiado corta para estirarse, el ser suspendidos por las muñecas, los quemados con instrumentos de metal al rojo vivo y las palizas de modo demencial por parte de sus verdugos fueron representados por los practicantes checos y eslovacos vestidos con uniformes de policías chinos. Un maquillador profesional que había ofrecido su ayuda vino antes de la demostración a maquillar a los practicantes.
Había también ocho tableros que mostraban otros métodos de tortura utilizados en China ahora. Después de ver estos tableros y presenciar la exposición antitortura, algunas personas mostraban su tristeza, algunos con lágrimas en los ojos pero siempre con cólera preguntando a los practicantes: “¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudarles?” Después, directamente se dirigían hacia la mesa con el fin de firmar la petición y preguntar cómo podían apoyar nuestras actividades con el fin de ayudar a poner fin a estos horrores. Sus caras lo decían todo. La gente estaba profundamente conmovida por la persecución inhumana. Algunos apenas podían creer que esto pueda efectuarse en nuestros días y otros se ofrecían para ayudarnos a repartir folletos con el fin de informar a la gente acerca de todo esto.
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