El 1 de enero de 2004, la Organización Internacional del Trabajo de la ONU visitó el campo de trabajos forzados de Tuanhe en Beijing. Como si se enfrentaran con un enemigo formidable, las autoridades del campo reunieron a todos los practicantes de Falun Gong encarcelados en el interior y los confinaron en un solo lugar. No se les permitió salir ni trabajar. Con el fin de hacer una "supuesta entrevista libre" para el equipo de encuesta internacional Grupo 3, las autoridades hicieron que Pan Jun, diplomado en la Universidad de Derecho y Mu Yuan, diplomado en la Universidad de Tecnología de Beijing, respondieran a las preguntas de los visitadores. Estos dos practicantes tenían el cerebro lavado y fueron bien preparados de antemano. Fueron avisados de que ellos "tendrían la responsabilidad" si la entrevista salía mal.
Sin embargo, con la ayuda de los compañeros practicantes, Pan Ju se había recuperado del lavado de cerebro y decidió aprovechar la oportunidad para denunciar la horrible persecución a los visitadores internacionales y pedirles ayuda. Por supuesto, todos los encarcelados sabían claramente lo que pasaría en cuanto volviera a la celda: debería hacer frente a la venganza o incluso al homicidio. Era difícil, solemne y emocionante elegir, porque esperaban esta posibilidad para decir la verdad a la comunidad internacional. Pero por otra parte, se inquietaban por su seguridad. Durante este tiempo, otros practicantes, ignorando la vida o la muerte, estaban dispuestos a salir fuera para encontrarse con los visitadores con el fin de contar la historia disimulada de la persecución.
La policía del campo pudo sentir un cambio en la atmósfera e inmediatamente anularon el encuentro entre los visitadores y los practicantes de Falun Gong encarcelados. Los practicantes no fueron autorizados a tomar su almuerzo antes de las 3 de la tarde y debieron "sentarse en una tabla" en grupo sin hablar, caminar o mirar a través de las ventanas. En consecuencia, la "visita abierta y libre" planificada y elaborada fue reemplazada por un castigo físico y una privación de alimento.
Esperamos que las organizaciones internacionales de los derechos humanos y las Naciones Unidas vuelvan para investigar el terrorismo de Estado impuesto contra los practicantes de Falun Gong y que se den cuenta de la persecución que aguantan desde hace cinco años. Bajo el terrorismo de Estado, incluso las familias de las víctimas no se atreven a hablar de sus sufrimientos.
Versión china disponible en:
http://www.minghui.org/mh/articles/2004/10/31/88050.html
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