Recuerdos del Maestro enseñando la Ley en Chengdu

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Escrito por un practicante de Chengdu


Tuve la oportunidad de asistir a las conferencias de la Ley del Maestro en Chengdu, provincia de Sichuan en mayo 1994. Cuando pienso en eso ahora, este fue el momento más precioso y más feliz de mi vida. Me gustaría compartir mi experiencia con ustedes por escrito.

El Maestro iba cuidadosa y sencillamente vestido. Tenía un aire muy benévolo y compasivo. Anteriormente había asistido a varias conferencias de maestros de qigong pero jamás les había visto enseñar la Ley (Fa). Solamente enviaban el "gong", enviaban algunos de sus mensajes y algunos enseñaban movimientos de qigong. Otros dibujaban algo sobre un pedazo de papel y decían de guardarlo. El Maestro era completamente diferente de todos estos maestros de qigong. Enseñaba sin ningún libro ni ninguna nota. En cada conferencia, simplemente lo vi tomar un pedazo de papel del bolsillo de su abrigo y comenzar la lección. Había 800 personas pero nadie hablaba. La sala de la conferencia estaba muy silenciosa. El Maestro estaba tan lleno de humor enseñando la Ley. A veces sus palabras hacían reír a todo el mundo. No sé por qué pero me sentía muy cómodo escuchándolo. Era una experiencia muy bella y agradable. Al recordarlo, todavía puedo sentir esta sensación.

Asistí a la clase con la intención de ser curado. Sin embargo, después de algunas lecciones, mi modo de ver la vida y mi opinión respecto a la virtud cambiaron. Comprendí varias verdades y supe cómo comportarme, cómo hacerme una buena persona, hasta cómo convertirme en una mejor persona. Más tarde, naturalmente quise hacerme un cultivador auténtico y todas mis enfermedades entonces fueron curadas.

Desde 1970 había tenido todo tipo de enfermedades. Había ido a todos los grandes hospitales de Chengdu y había gastado mucho dinero, sin ningún resultado. Algunas veces, me sentía tan mal que verdaderamente no quería vivir. En 1994, cuando el Maestro dio un curso en la ciudad, mi amigo me pidió que fuera. Me negué enseguida porque había decidido no practicar más el qigong. Mi amigo me animó a ir. Finalmente fui al curso porque no tenía más excusas. Sin embargo, tan pronto como vi la foto del Maestro en la página del libro Falun Gong de China no pude impedir decirme: ”Sí, quiero aprender esto. Es un verdadero Buda”.

Sentí que el Maestro era tan maravilloso porque sabía todo lo que se encontraba en nuestros espíritus. Un día después de la clase, alguien pidió al Maestro que curara sus enfermedades. El Maestro dijo: ”No trato enfermedades. Usted puede ir al hospital para curarse”. El hombre dijo: ”Mi familia me telefoneó de Pekín y me pidió que viniera a encontrarle aquí. Dijeron que usted podía curar todas las enfermedades y que los pacientes enseguida se curan”. Lo interrumpí y le dije: ”No hable de curar enfermedades”. Entonces el Maestro dijo: ”Algunos no hablan de eso [de querer curarse], pero todavía piensan en eso”. Quedé estupefacto. ¿Cómo podía saber el Maestro Li lo que pensaba?


Otra vez, después de una clase, les dije a algunas personas: ”Esto es una escuela de qigong budista. Un día les llevaré a un templo para convertirles al budismo”. Y lo aceptaron. El día siguiente, el Maestro dijo en su lección:
”Ciertos laicos que han entendido que es una práctica del método de la escuela budista, se llevan en seguida a nuestros alumnos al templo para convertirles” (Zhuan Falun)

Después el Maestro nos habló del principio de “no dos escuelas de la Ley”. Entonces me di cuenta que lo que había dicho era falso. Todos nosotros sentimos que el Maestro era increíble. ¡Sabía todo aquello en lo que pensábamos!
Una mujer que había venido conmigo a la clase quería escribir algunas notas en el libro, Falun Gong.

Antes de escribir algo, el Maestro dijo:
«Algunos hacen arbitrariamente rayas y marcas en mi libro." (Zhuan Falun)
La mujer quedó tan estupefacta que no podía sostener más su pluma. Dijo: ”Este Maestro es increíble”.

El Maestro hasta sabía lo que decíamos en casa. Cuando mi amigo me convenció de ir a clase y cuando finalmente fui allá, oí al Maestro decir que se había arrastrado a ciertas personas a clase. Tuve la impresión de que probablemente hablaba de mí. A pesar de todo, el Maestro siempre se ocupó de mí.

En clase, el Maestro nos dijo que extendiéramos las manos, la mano izquierda para los hombres y la mano derecha para las mujeres. Nos dijo aplastar nuestras manos y sentir la palma. Inmediatamente sentí algo que giraba sobre mi palma. Cuando el Maestro habló de instalar las ruedas de la Ley, sentí que algo giraba en mi abdomen. A partir de aquel momento, abandoné todas mis nociones. No podemos juzgar al Maestro Li con nuestras propias nociones. El Maestro Li no es una persona ordinaria. Es muy profundo, recto y benévolo.

Querría presentar mis respetos más grandes a nuestro gran Maestro. Quiero recorrer el camino trazado por él, compensar todas las pérdidas que podría haber ocasionado a Dafa, y utilizar mi tiempo mejor para desempeñar nuestras misiones. ¡Maestro, confíe en nosotros!

Versión en chino disponible en:
http://minghui.ca/mh/articles/2005/2/7/95001.html

Versión en inglés disponible en:
http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2005/2/20/57727p.html

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