Simplemente hacer lo que tenemos que hacer

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Me gustaría compartir algo que me llegó hace algunos días.

El último sábado, fui a la librería más grande de Havre, que es la ciudad más próxima del lugar donde vivo. Esta librería es verdaderamente soberbia: butacas y sofás por todas partes, un rincón donde se puede tomar un café, total, un lugar donde podría pasar horas hojeando libros. Sin embargo, aunque las secciones "filosofía" y "religiones" están muy surtidas, no veía Zhuan Falun en ninguna parte. Tenía un prospecto en mi bolso con las referencias de Zhuan Falun, entonces me dirigí hacia un mostrador donde había una joven y comencé a hablarle. Me dijo que no era responsable de estas dos secciones y que más bien debería ir a ver a los dos señores que se encontraban cerca del otro mostrador un poco más lejos. Comencé a sentirme incomoda, con una pequeña voz en mi cabeza que decía algo como «para lo que va a servir, no van a escuchar lo que quieres decirles, tienen otra cosa que hacer». Decidí no escuchar esta voz y me dirigí hacia allí. Comencé a hablar con uno de ellos. Le mostré las referencias de Zhuan Falun y el código ISBN. Escuchándome, pegó algunos toques en su teclado de ordenador, luego levantó su cara y, con los ojos brillantes y con una sonrisa ancha, me dijo: «¡Ya está! ¡Está hecho! ¡Encargué uno!» No me esperaba que eso hubiera ocurrido tan fácil y rápidamente. Simplemente quería hacerle saber la existencia de Zhuan Falun. Se lo agradecí y me alejé. En este momento allí, me recorrieron escalofríos de la cabeza a los pies, como una gran ola interior que me trajo las lágrimas a los ojos.

Había hecho lo que tenía que hacer.

Lo que querría añadir es que, mientras estaba en las secciones "filosofía" y "religión", tenía en mente un artículo que había visto unos días antes. Este artículo era de hecho un testimonio leído en la conferencia de la Ley en San Francisco por un joven que visiblemente había tenido una infancia difícil. En su testimonio cuenta que había encontrado "por casualidad" Zhuan Falun en una librería, que no tenía suficiente dinero para comprarlo y que por eso lo había robado.

Si él hubiera vivido en Havre, no habría encontrado las respuestas a sus preguntas si hubiera venido a esta librería. Absolutamente hacía falta que hubiera Zhuan Falun en esta librería, para aportar las respuestas a alguien que tuviera una afinidad predestinada.

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