Las antologías de Confucio dicen: "Un hombre de bien ayuda a otros a que hagan el bien. No ayuda a otros a que hagan el mal". A menudo la gente dice: "Los ojos de Dios son como la electricidad" o "Hay una clara distinción entre el bien y el mal". Usted debería saber que aunque sea un transeúnte que no participa personalmente en un odioso crimen, pero lo facilita de un modo u otro, entonces tampoco podrá usted escapar de la responsabilidad generada por esto y deberá asumir las consecuencias.
En tiempos antiguos, había un hombre llamado Yang Xun. Era un individuo hábil y astuto que lograba comprender lo que ocurría en el espíritu de los demás. En cuanto adivinaba lo que pensaba una persona, forzaba a la persona y así encontraba un modo de agradarla.
El magistrado del condado de Danyang, Yang Kai, era un hombre feroz con disposición a la violencia. Llevaba sus asuntos con subjetividad, audacia y determinación. Él y Yang Xun eran grandes amigos y discutían sobre toda clase de cosas. En ocasiones Yang Xun era totalmente conciente de que las acciones de Yang Kai eran malas. Sin embargo, por miedo a disgustarlo, Yang Xun no tenía el coraje de ser franco con él. Lo alababa y estaba de acuerdo con todo lo que hacía Yang Kai.
Durante un día muy caluroso Yang Kai impuso castigos corporales utilizando un junco sobre los funcionarios del condado y sobre más de cuarenta detenidos. Dos personas fueron golpeadas hasta la muerte. Sin embargo, Yang Xun alabó a Yang Kai por haber empleado un castigo apropiado e inmediato.
Después de eso, Yang Xun soñó que iba a un lugar donde un juez del inframundo lo reprendía: "Es usted quien facilitó las malas acciones de Yang Kai. Debería implicarle en sus crímenes". Días más tarde, Yang Xun verdaderamente murió de una grave enfermedad.
Versión en Chino disponible en:
http://www.minghui.org/mh/articles/2005/9/20/110761.html
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