La enfermedad mental es una de las mayores causas de sufrimiento humano en el mundo de hoy. Ninguna agrupación profesional tiene el monopolio de todos los conocimientos necesarios para ayudar a la gente a comprender y acabar con el desamparo mental. La psiquiatría moderna tiene que trabajar en colaboración con otras disciplinas, como la psicología, la asistencia social y la terapia del trabajo, por lo menos para intentar agarrarse con las necesidades, las desventajas y la vergüenza con las que se enfrentan las personas que sufren enfermedades mentales. El hecho de clasificar a la gente en categorías de diagnóstico es inadecuado y la mayoría de los psiquiatras no son sectarios - reconocemos las trampas y las limitaciones de eso. Esto es especialmente importante ya que en la práctica de la psiquiatría, entramos a veces en contacto con gente que se queja de eso o gente que no desea voluntariamente recibir tratamientos debido a comportamientos o creencias considerados por otros como fuera de la norma de la sociedad. En consecuencia, intentamos tener en cuenta factores sociales y culturales que influyen sobre la expresión de la enfermedad mental. Intentamos realmente hacer diagnósticos que concuerden solamente con los criterios y las normas reconocidas internacionalmente. Sometemos nuestra disciplina a un examen exterior -para que el año siguiente, cuando una nueva legislación sobre la salud mental entre en vigor en Irlanda, los doctores en psiquiatría sean uno de los grupos de especialistas médicos más severamente controlados. Eso es por una buena razón, ya que en psiquiatría existe el riesgo de ser utilizado con el fin de consolidar las normas sociales y también, y a menudo, los intereses políticos.
Existe un caso anterior y viene de la época de la antigua Unión Soviética. Es muy conocido que en los años 1970 y 1980 "se diagnosticaba" a los disidentes políticos con síndromes siniestros como "fantasmas paranoicos de cambiar la sociedad" e "hipismo" y se les encarcelaba en hospitales psiquiátricos forzándoles a tomar antidepresivos. Afortunadamente tales desviaciones de diagnósticos nunca han recibido una credibilidad internacional y la psiquiatría soviética tuvo que cambiar debido a la presión exterior y bajo la amenaza de expulsión del cuerpo médico mundial. Lo que ocurre actualmente en China, sin embargo, es el mal uso obvio de la psiquiatría actuando directamente como un agente de control social y una herramienta de esta represión de estado hacia Falun Gong. Desde el principio de la persecución hace 4 años, miles de practicantes fueron declarados mentalmente enfermos y detenidos contra su voluntad en instituciones psiquiátricas médico-legales.
China aprendió mucho de su primo soviético, y los errores de diagnósticos de demócratas y de activistas políticos, considerados como casos psiquiátricos, alcanzaron el súmmum y aumentaron con el paso de los años, si se consideran acontecimientos remontando a las masacres de la Revolución Cultural de 1966 o más recientemente a acontecimientos en la Plaza Tiananmen. Los informes del gobierno chino admiten un reciente aumento de las admisiones de estos dichos casos políticos en instituciones como la Universidad de Ciencia Médica de Pekín. Sabemos que hay entre 1.500 y 2.000 casos de admisiones de practicantes de Falun Gong cuyas familias refutaron la presencia de toda enfermedad mental.
El tratamiento administrado parece seguir un esquema que consiste en forzar la toma de medicamentos antipsicóticos en forma de inyección, la utilización de coacciones físicas y de electrochoques - terapia convulsiva de una singular crueldad que da a pensar en las experiencias médicas forzadas en los campos de concentración nazis.
Si se administran tales drogas antipsicóticas fuera de una verdadera indicación médica, las consecuencias pueden ser serias - esto puede causar serios dolores musculares, la desaparición del tuétano óseo, daños al hígado e incluso la muerte, y hubo tales casos inevitables entre los practicantes de Falun Gong.
Simplemente, esta perversión de la psiquiatría es la tortura disfrazada de ciencia. Con el fin de justificar eso, algunos psiquiatras chinos inventaron diagnósticos como el 'documento de los locos' o la dysfrenia o la psicosis inducida por el qigong que no tienen ningún reconocimiento ni validación internacional. ¿Por qué China emplea actualmente el abuso psiquiátrico en contra de los practicantes de Falun Gong? Aparte del hecho de que sea su único medio de tratar a los disidentes, pienso que el Estado chino espera deliberadamente desacreditar a Falun Gong etiquetando una parte de sus miembros como enfermos mentales. No es una coincidencia si se aisló a notables practicantes de Falun Gong debido a este abuso.
Tales abusos en psiquiatría se desarrollan en una atmósfera de terror y de silencio, donde la salud mental no tiene ningún estatuto ni prioridad. Ya vimos, sin embargo, el daño causado a la confianza pública en la psiquiatría en su conjunto durante el tiempo del abuso soviético. Por eso el silencio no es una opción, y soy feliz de decirles que gremios como el Royal College of Psychiatrists que representan también al Irish College y al World Psychiatric Association, todos condenaron tales abusos y prevén enviar una delegación de inspección con el fin de obtener un libre acceso a los hospitales psiquiátricos chinos y nombraron a los practicantes de Falun Gong detenidos allí contra su voluntad. Tenemos que cultivar una ética de atención y delicadeza en el tratamiento de los pacientes afectados por enfermedades mentales en todas las sociedades. Para hacer eso, China debe cambiar su aterradora deformación de la psiquiatría y proteger los derechos de sus ciudadanos a ejercer la religión, la política o otras libertades sin miedo de la etiqueta psiquiátrica o del encarcelamiento. Se nos dice que China está cambiando rápidamente, modernizándose, desarrollándose. Sin embargo, para los de entre nosotros que fueron testigos de estos abusos, nos parece que cuanto más cambia, más similar es.
Vimos recientemente un ejemplo en Irlanda, donde la gente que tiene deficiencias físicas y mentales, durante los Juegos Paralímpicos, se esfuerzan en explotar todo su potencial. Este acontecimiento habló de integración, de diversidad y era conmovedor, notable y maravilloso de ver. ¿Qué clases de Juegos China va a llevar al final de esta década cuándo la llama Olímpica llegue a Pekín? ¿Será el sucesor de Jiang Zemin como Hitler en 1936 codicioso, autoritario, intolerante, limitado, nacionalista?
Aquí en Irlanda, debemos hablarles del ejemplo que vivimos, debemos esforzarnos sin parar por integrar a la gente que tiene enfermedades y deficiencias mentales.
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