La Compañía de las Artes Divinas supo tocar el corazón de todos ellos el sábado 1 de marzo en el Palacio de Congresos de París.
Tanto grandes hombres de Estado como gente sencilla, desde adultos hasta niños quedaron conmovidos por el espectáculo. Algunos prefirieron los tambores, otros los bailes étnicos, otros también apreciaron los cantos o la orquesta, pero todos estaban encantados por la gracia, pureza y tolerancia que emanaba del espectáculo.
Le pedimos a Brigitte Gonthier-Maurin, senadora de Hautes de Seine y a Máximo Gremetz, diputado de Somme, que nos contaran sus impresiones.
Brigitte Gonthier-Maurin nos comentó cómo las imágenes, la fluidez y la precisión de los movimientos consiguieron cautivarla.
"Encontré el espectáculo magnífico. Es una coreografía que no se conoce. Es a la vez una mezcla de precisión y de extrema fluidez. Los colores evidentemente son magníficos, los trajes también. Encuentro que hay una técnica muy apropiada. Es muy bello. Mi número preferido es el Baile de Mongolia con los tazones. Creo que esto debe ser comunicado a mucha gente. Me gusta también el número sobre el agua porque tengo un sentimiento de fluidez con el agua", nos explicó la senadora.
El diputado Máximo Gremetz prefirió los tambores y apreció sobre todo la mezcla de cultura antigua y actual: "Estoy fascinado. He visto espectáculos en China, pero esto es algo que allí no se ve. Es a la vez antiguo, propio de civilizaciones muy antiguas y por otra parte es la realidad de hoy y esto crea una mezcla extraordinaria. Mi número preferido es el de los tambores, es muy poderoso. Pensé enseguida en los tambores del Bronx que tocan con barriles, pero esto no es el hecho de golpear en si, sino que hay un conjunto extraordinario. Es prodigioso".
El diputado Máximo Gremetz: "Estoy fascinado. He visto espectáculos en China, pero esto es algo que allí no se ve" |
Tanto el diputado como la senadora quedaron encantados por la aportación de la cultura china a la sociedad occidental que se realiza y se vuelve real en este espectáculo: "La orquesta es excelente, es fácil este matrimonio entre occidente y lo chino. Es el sueño de China, no porque se va a veces a China, dónde se puede conocer esta aportación a la civilización francesa e incluso universal. Esto me inspira siempre que esta civilización de las más antiguas que conoció la regresión - esto quiere decir que se puede retroceder - y que ahora marcha adelante. No conozco muchos ejemplos como el de allí. Estoy encantado", nos dijo el diputado.
Contrariamente a Gremetz, para la senadora Gonthier-Maurin este espectáculo fue su primer encuentro con la cultura china: "Es la primera vez que veo un espectáculo de este tipo pues vine por curiosidad, tenemos ganas de descubrir que es China, su cultura; tenemos un sentimiento de extrema riqueza.
"Creo que es absoluta y determinante importante que China se abra porque es un gran país. Va a convertirse ciertamente en un país más muy grande en los años venideros. Y pienso que todos los pueblos deben trabajar en buena armonía y poner por delante su diversidad y su cultura en favor de la humanidad y la cultura china forma parte de ello".
Pero la armonía está de momento lejos de realizarse en China. Y el sueño de la infancia que se extiende delante de nuestros ojos es a veces una realidad opresiva, evocada para algunos en el baile tibetano, para otros en la escena de la persecución de los practicantes de Falun Gong.
"Aún tienen que progresar con la democracia, lo vimos en esta escena y está bien esto", concluye el diputado Máximo Gremetz.
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