Sustracción de órganos en China
La cuestión en debate acerca de si China ha realizado sustracción de órganos para miles y miles de trasplantes realizados durante la última década, es un tema espinoso, polémico y crucial. Todo el mundo sabe que la fuente principal son los "prisioneros ejecutados", pero en China, ¿a qué tipo de personas se le aplica esto?
El libro titulado, Órganos estatales: Abuso de trasplante en China, fue publicado en julio gracias a la contribución de una docena de expertos en la materia, que pretende dar respuesta a esta pregunta y aclarar el problema de las fuentes de abastecimiento de órganos en China. The Epoch Times entrevistó al Dr. Torsten Trey, coeditor junto con el abogado canadiense de los Derechos Humanos, David Matas, sobre los objetivos de este libro que aporta nueva información e ideas para el debate. El Dr. Trey es también el Director Ejecutivo del grupo "Médicos contra las extracciones forzadas de órganos" quien organiza foros públicos sobre este tema.
Según Torsten Trey, una de las primeras cosas que más llama la atención sobre el sistema de trasplantes de órganos en China, es que los órganos se pueden obtener en un corto plazo. Como parte de su labor de promoción médica, el Dr. Trey observó que muchos médicos occidentales ni siquiera son conscientes de esta irregularidad.
"Si usted dice que los chinos pueden proporcionar órganos en dos semanas y que en un momento dado pueden planificar un trasplante, la mayoría de los médicos comprenden de inmediato que algo va mal. ¡Esto no es normal! ¿Cómo puede ocurrir esto?".
China no tiene ningún programa de donación de órganos y la explicación oficial de que los presos criminales condenados a muerte son la fuente de órganos, está causando muchos problemas. Los presos comunes son una fuente que ofrece una dudosa fiabilidad, ya que casi la mitad de ellos sufren hepatitis B, una infección viral del hígado, lo que quedaría descalificado por el titular de la donación de órganos, según el estudio citado por David Matas en el libro Órganos del Estado. Ellos son ejecutados rápidamente después de haber sido condenados a muerte, según un estudio realizado por Manfred Nowak, ex Relator de la ONU sobre la tortura.
Los donantes de órganos deben permanecer a disposición del destinatario, por lo que esto evitaría muchas ejecuciones de los condenados a muerte. Si la ejecución de los presos comunes fuera la fuente de órganos, esto significaría que el régimen chino debe ejecutar al menos 100.000 personas al año para garantizar la posibilidad de realizar 10.000 trasplantes, según el análisis del Sr. Matas. Esta cifra supera más de 50 veces el número de personas ejecutadas en 2008, según estimaciones de Amnistía Internacional. (La publicación de estas estimaciones se interrumpió después de 2008).
"La matanza para conseguir órganos se ha convertido en una parte de la medicina de trasplantes", escribió el doctor Trey.
Examinando esta cuestión en diferentes revisiones del libro, se ha llegado a la conclusión, al igual que en otros estudios previos, que la principal fuente de órganos ha sido de los prisioneros de conciencia, especialmente, de los practicantes de Falun Gong que desaparecieron por cientos de miles de las cárceles y los campos de trabajo del régimen comunista. Estas instituciones han trabajado en estrecha colaboración con los hospitales militares para obtener beneficio del cuerpo humano. Mientras están retenidos en campos de trabajo, estos prisioneros son sometidos a análisis de sangre y los resultados quedan registrados. Después, cuando sus órganos corresponden en compatibilidad a un receptor, son apartados lejos y asesinados, según investigación disponible.
David Matas estima que cada año para realizar 10.000 trasplantes, 1.000 presos condenados a muerte han sido asesinados por sus órganos; 500 que provienen de miembros vivos de las familias; 500 de uigures, tibetanos, Cristianos de Casa Iluminación Oriental; y 8.000 de los practicantes de Falun Gong.
Los evidentes abusos médicos de tal esquema ha permitido a Torsten Trey y David Matas, movilizar a un grupo de expertos para publicar el libro en cuestión. Contiene dos apartados que analizan las cifras: un ensayo de Arthur L. Caplan, Jefe de la División de la Bioética del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, que pone de relieve los problemas sobre la fuente de órganos "contaminados" y la realización personal de un médico sobre la necesidad de hacer algo acerca de la práctica abusiva de la contratación de órganos en China, compartida por Jacob Lavee, Director de la División de Trasplante Cardíaco en el Centro Médico Sheba, uno de los más prestigiosos de Israel. Un aviso corto y agudo dado a la comunidad universitaria sobre lo expuesto por Gabriel Danovitch, director médico del programa de trasplantes de riñón y páncreas en la Escuela de Medicina de UCLA. Pero también otras diversas contribuciones que aclaran varios aspectos sobre la cuestión.
"El libro debe informar a profesionales de la salud, políticos y a todos aquellos que informan a la gente", dijo Torsten Trey durante una entrevista en Washington después de la publicación del libro.
El colectivo médico tiene un interés en el asunto, ya que forma involuntariamente a cirujanos chinos que, al regresar a casa, pueden ayudar potencialmente, a matar a los prisioneros de conciencia por sus órganos. "¿Cómo se sentiría un médico que forma a tal persona? Todos los profesores universitarios tienen que saber que esto puede pasar", dijo el doctor Trey.
Mientras que la comunidad médica debe garantizar que la obtención de órganos que se realiza sin escrúpulos en China no esté "contaminando las normas de la medicina en el mundo", las cuestiones planteadas en el libro requieren una acción política por parte de los líderes occidentales.
Las alegaciones y las pruebas crecientes que se presentan en el libro son bien conocidas desde 2006, pero poco se ha hecho. "No entiendo por qué, desde hace más de seis años, hay un silencio y una falta de curiosidad", dijo el doctor Trey, en relación a los principales gobiernos occidentales e instituciones que no han querido investigar seriamente esta cuestión.
"Tal vez ellos piensan que si hacen una investigación sobre este tema, descubrirán que nuestras sospechas son correctas, entonces se verían obligados a reaccionar y eso equivaldría a reaccionar en contra de China ", señaló.
"Pero estamos hablando de la extracción de órganos a personas vivas, personas asesinadas por sus órganos. ¡En el siglo XXI esto es inaceptable!", exclamó.
"Quizás es el miedo a enfrentar la verdad de estas acusaciones", agregó.
El libro: Órganos del Estado: Abuso de Trasplantes en China (Órganos del Estado), publicado por David Matas y el Dr. Torsten Trey |
Una de las características más sorprendentes del libro es su título y la portada. Dos pares de pies, vestidos con calcetines azules del hospital dentro de sus zapatos, se supone que representan a médicos que se inclinan sobre un paciente en una cama de hospital. Una cortina de fondo. La parte superior de la imagen no es visible, pero percibimos estas palabras en el lugar donde debe estar el paciente: State Organs: Transplant Abuse in China (Órganos del Estado: Abuso de trasplantes en China).
Torsten Trey dice que este simbolismo fue deliberado. "Queremos hacer referencia al hecho de que en los casos de sustracción de órganos de presos de conciencia en China, las instituciones del Estado están involucradas. El Partido Comunista reclama los órganos de los cuerpos de sus ciudadanos como algo de su propiedad. Es increíble que la integridad personal sea violada de manera que la persona no tiene ni siquiera el derecho sobre sus propios órganos".
Versión en inglés disponible en: http://www.theepochtimes.com/n2/china-news/book-exposes-organized-killing-for-organs-in-china-286699.html
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