Cuentos de la antigua China: Un niño emperador vence a un poderoso general

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Es bastante evidente que el asesinato del padre de Hamlet fue solo el comienzo de los problemas del príncipe. Controlado por sus emociones y cegado por un deseo de sangre y venganza, Hamlet no tuvo la claridad suficiente para llevar a su tío ante la justicia, y terminó destruyendo a su familia real entera.

Emperador Kangxi (Shen Yun Performing Arts/Facebook)

Sin embargo, si el príncipe Hamlet hubiera visto la puesta de baile de Sh
en Yun, “Defendiendo el trono”, quizá las cosas hubieran terminado de manera diferente.

“Defender el trono” cuenta la historia del emperador Qing, de mediados del siglo XVII, quien se enfermó y murió, dejando el trono a su hijo de 8 años, Kangxi. Antes de morir, el emperador juntó a sus consejeros de mayor confianza para que guiaran y protegieran a su joven hijo hasta que cumpliera los 14, la mayoría de edad para los manchurianos, y fuera oficialmente el emperador.

Pero uno de sus consejeros, un general condecorado de guerra, llamado Aobai, cambió su actitud poco después de que el emperador murió. Aobai desconoció la autoridad de Kangxi y amenazó a la nobleza de la corte real, forzándolos a jurarle lealtad en vez de al joven emperador.

Kangxi, siendo tan solo un niño, no tenía chance de derrotar a Aobai, quien no solo era el guerrero y artista marcial manchuriano más grande del reino, sino que también ahora controlaba a los políticos y al ejército. El codicioso ministro también se cuidaba de cualquier complot que pudiera tramar el joven emperador para recuperar el poder robado.

Cuando uno de los consejeros leales a Kangxi se opuso a Aobai y trató de removerlo, el despiadado traidor asesinó al consejero y a su familia entera, solidificando un reino de terror que nadie volvió a desafiar.

Pero el sabio joven emperador se rehusó a rendirse ante la tiranía. Kangxi reclutó a los jóvenes más fuertes y brillantes para que formaran su guardia de élite. Para no alertar a Aobai, sólo entrenaban jugando buku, un popular juego manchuriano de pelea para niños. Cuando Aobai visitaba a Kangxi, el joven gobernante fingía estar absorbido en sus juegos. Con el tiempo, Aobai creyó que Kangxi sólo se preocupaba de jugar con sus amigos y que no mostraba señales de ambición política. Por lo tanto bajó la guardia, sintiéndose de verdad invencible.

Kangxi aguardó, siempre paciente, tolerando los insultos de Aobai y la traicionera desconsideración a su autoridad. Cuando llegó el día en que Kangxi cumplió los 14 y se convirtió oficialmente en adulto y emperador, Aobai tuvo la audacia de incluso ponerse batas doradas, un color reservado únicamente para el emperador.

Kangxi sintió que ya era hora de llevar a Aobai a la justicia, pero era todavía muy probable que el traidor le ganara al grupo de jóvenes guardias y que arruinara el única chance del joven emperador de recuperar su poder.

Kangxi invitó a Aobai a una reunión casual para discutir algunos asuntos políticos. Sin mostrar sus intenciones secretas, Kangxi le pidió cordialmente a Aobai que se sentara. Pero la silla del general tenía una trampa, estaba cortada de modo que se rompiera con poco movimiento. De acuerdo al plan de Kangxi, se le sirvió té hirviendo y Aobai se quemó la mano. Mientras la sacudía, la silla se rompió. Dos de los jóvenes guardias fingieron ayudar al traidor a ponerse de pie, pero en realidad usaron técnicas de buku para tomar a Aobai de la cintura mientras otro mantenía su cabeza abajo.

En ese momento, que fue coordinado hasta la perfección tras años de entrenar juntos, todos los guardias jóvenes rodearon a Aobai y lo detuvieron. Kangxi declaró 30 actos de traición, confiscaron las tierras de Aobai y lo enviaron a prisión de por vida.

Comenzó un reino glorioso de 61 años bajo el emperador Kangxi, el más largo de la historia del Reino Medio. Él estabilizó la dinastía, pacificó las rebeliones internas y a los contrincantes externos. También promovió las artes clásicas chinas, como la caligrafía, poesía y música, e hizo avances en geografía, ciencia, matemáticas y astronomía.

El largo reinado de Kangxi reflejó su espíritu interno: el coraje y la moralidad junto con su perenne sabiduría le permitió al joven emperador superar con paciencia y pacíficamente a su oponente.

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