El anciano solía vender las bolas de medicina contenidas en una calabaza seca y vacía. Él daba las medicinas y curaba a los enfermos sin importar si le pagaran o no, muchas veces regalaba sus medicinas y siempre fueron eficaces para las enfermedades. Si una persona no enferma pedía medicinas al anciano, aunque fuese de broma, las medicinas siempre se desaparecían de una u otra forma, sin excepciones, por eso, la gente no se atrevía a pedirle medicinas sin causa justificada y trataban al anciano como si fuera un Santo.
Frecuentemente el anciano se emborrachaba en las calles, y si tuviera dinero se lo daba a la gente pobre. La gente bromeaba con él diciendo: ¿vendes medicina para ser inmortal? Él decía: sí, cada una mil saquitos de monedas. La gente reía de él pensando que era un loco. Él también se reía de la gente: hay dinero y no compran medicinas, sólo lo gastan para hacer pan de tierra (tumbas). La gente no entendía el significado verdadero y se reían todavía más de él.
Más tarde, el anciano viajó hasta la ciudad de Chang An, había mucha gente que quería comprar las medicinas de él pero ya no quedaban más bolas de medicina dentro de la calabaza. Finalmente, sacó una bola de medicina extraordinariamente grande y brillante. El anciano sostenía la bola de medicina en la palma de la mano diciendo a la gente: llevo más de cien años vendiendo las medicinas, cientos de millones de personas han pasado por mi lado pero nadie ha querido comprar la medicina, estoy profundamente triste. Ahora, la voy tomar yo mismo. Al momento de ingerir la medicina, inmediatamente aparecieron nubes de cinco colores bajo sus pies, el anciano se elevó y se fue flotando en el aire.
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