En octubre de 1999, docenas de practicantes de Falun Dafa y yo fuimos a Pekín a apelar. Fuimos arrestados en la plaza Tiananmen y luego detenidos en la estación de policía. Yo personalmente fui testigo cuando la policía usaba métodos de torturas que causaban un dolor atroz en mis compañeros practicantes.
En ese momento en la estación de policía, había más de 400 practicantes de Dafa de varias áreas quienes fueron a Pekín a apelar por Falun Gong. La policía los separó para interrogarlos uno por uno. Yo sólo pude oír el dolor de los practicantes siendo torturados. Un compañero practicante (un hombre de mediana edad), tenía agujas incrustadas bajo sus uñas por la policía y cuando volvió todos sus dedos estaban sangrando y cubiertos con un trapo. Otro practicante (de 30 años) después de ser torturado, volvió y se desplomó sobre nuestro pequeño banco de madera. No pudo hablar, y su vida estaba en peligro. Había practicantes que le gritaban a la policía, diciéndoles que no continuaran con las torturas. La policía sólo separó a este joven hombre y nunca más supimos nada sobre donde lo llevaron. Otro practicante quien sólo tenía 20 años, fue torturado tan salvajemente que cuando volvió a nuestra celda se desmayó en el corredor y no pudo hablar. El sólo tenía un zapato, y su lengua estaba colgando fuera de la boca. ¡Fue extremadamente horrible verlo!
Practicantes admirables, no sé de dónde vinieron y dónde están ahora. Sin embargo nuestros corazones están conectados. Frecuentemente recuerdo sus memorias y las tribulaciones por las que pasamos. Por eso he escrito estos fragmentos para exponer la vil persecución.
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