Ginebra, 19 de julio
El día 20 de julio se cumplió un aniversario terrible: cinco años de persecución de los practicantes de Falun Gong, efectuada con rigor en China y sin suscitar emoción en ninguna parte del mundo, mientras que las cifras son más que alarmantes. Hasta el día de hoy, se cuentan entre 4.000 y 10.000 muertes por torturas según fuentes no oficiales. Estas torturas fueron exhibidas en una demostración por practicantes de Falun Gong de Suiza en una calle de Berna. En efecto, parece que en nuestros días las imágenes tienen más fuerza que las palabras, como las que vimos en las fotos de Abu Ghraib recientemente. (…)
A pesar de los numerosos llamamientos lanzados por diversas grandes ONG, tales como Amnistía Internacional, OMCT, ACAT o Human Rights Watch y las numerosas intervenciones de grandes personajes políticos, así como las diversas resoluciones llevadas a cabo por el Parlamento europeo para condenar esta represión, China continúa haciendo oídos sordos clamando a quien quiere oírle que los derechos humanos están bien en el país y que la tortura no existe. Sin embargo el ponente especial de las Naciones Unidas para la tortura, Théo Van Bowen, acaba de ver su visita oficial pospuesta. El gobierno chino expresó su deseo de “preparar mejor su visita". Lo que hizo decir a Nicolás Becquelin, representante de la ONG Human Rights de China, que esto dejaba comprender que China tenía algo que esconder.
Hoy, la represión continúa llegando a proporciones inquietantes, ya que ésta se extiende fuera de las fronteras de China. Los practicantes que denuncian la persecución en otros países y presentan querellas por genocidio, crímenes contra la humanidad y torturas contra los responsables chinos, se ven ahora amenazados. Hace algunos días, practicantes australianos llegados a Sudáfrica para denunciar a dos funcionarios fueron tiroteados por un coche que los perseguía. El conductor y practicante australiano, David Liang, fue gravemente herido en los dos pies y actualmente está en proceso para establecer responsabilidades de tal acto.
Frente a esta escalada intolerable de la violencia fuera de China, particularmente a practicantes en el extranjero, ¿nuestros países van a reaccionar por fin con más firmeza e impedir que tales actos sean cometidos en nuestro territorio? Frente a estas violaciones, ¿no deberían unirse nuestros países para condenar y dar a entender a China que en nuestros países democráticos respetamos la libertad de expresión y de creencia?
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