Durante el CNR, las calles se llenaron de una marea humana. Diferentes grupos hicieron desfiles y manifestaciones y los gritos de sus eslóganes eran infinitos. Los practicantes de Falun Gong en grupos de tres o cinco, llevando camisetas amarillas, sonreían tranquilamente, mostraban a los transeúntes los paneles y distribuían folletos. En el clamor, la tranquilidad y el pacifismo de los practicantes formaba un contraste tan grande con la atmósfera de alrededor que llamaba la atención de muchas personas, algunas de las cuales curiosamente venían para pedir folletos. Falun Gong ya no suena extraño a la gente. Cuando desfilaba por la calle y distribuía folletos, encontré a menudo a gente que ya había conseguido información antes y que preguntaba que podía hacer para ayudarnos. Cuando los practicantes les decían que iban a realizar simulaciones de las torturas y una recogida de firmas en Central Park y en otras calles concurridas, mucha gente prometía que iría a mirar las exposiciones y a firmar la petición para expresar su apoyo.
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