El Coliseo, el gran anfiteatro romano construido en el año 80 AC, es un lugar célebre y turístico situado en el centro de Roma, que cada visitante que llega a la ciudad quiere ver. Los turistas chinos no hacen excepciones.
Desde julio de 2004, los practicantes de Dafa fijan su lugar de práctica aquí por lo menos tres días a la semana. Mucha gente en el mundo ha sido influida por las mentiras que el antiguo dirigente chino Jiang Zemin y su régimen comunista difundieron, justificándose frente al pueblo chino y disimulando en el resto del mundo la campaña de genocidio contra Falun Gong, una apacible práctica de qigong. Los chinos han sido los más engañados por el hecho de que todos los periódicos, televisiones y radios en China son controlados por el Partido Comunista. El régimen no escatimó esfuerzos para ejecutar las órdenes de Jiang de "eliminar Falun Gong", como la puesta en escena de la auto inmolación de la Plaza Tiananmen, donde varias personas siguiendo órdenes del Gobierno se prendieron fuego y proclamaron ser practicantes de Falun Gong. Una afirmación falsa que ha sido revelada por analistas independientes en cualquier parte del mundo incluida la organización "Desarrollo Internacional para la Educación" de las Naciones Unidas. Mientras ciertos turistas chinos se acercaban a los practicantes para coger un folleto y saber más, otros tenían miedo y guardaban distancia, simplemente mirando las pancartas donde se leía: "Falun Dafa es bueno" y "La Rectitud vencerá" y “Llevar a Jiang ante la justicia".
Un día en el que estábamos promoviendo Falun Dafa y despertando las conciencias respecto a la persecución, una mujer pidió más folletos. Se presentó como empleada de la secretaría de la oficina del Presidente. Vino después de recibir una carta de un practicante de Falun Gong.
En otra ocasión, no logramos desplegar las pancartas y los anuncios en los pilares de piedra como de costumbre. Entonces utilizamos tres estacas de madera. Sólo éramos tres practicantes en ese momento y cada uno debía sostener una estaca con una mano y distribuir folletos con la otra. Después de comprender que los practicantes no podían acercarse a ellos, era la gente quien lo hacía para coger los folletos y expresar su simpatía. Nuestra sincera determinación al hacer lo que debíamos a pesar de las dificultades, tocó a la gente en el corazón y pudimos sentir la gratitud y el respeto en sus voces. A pesar de las limitaciones de nuestros movimientos aquel día, el número de folletos distribuidos no fue menos elevado que de costumbre.
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