Un paciente de cuarenta años de edad que sufre de osteoporosis recobra la salud después de haber emprendido la práctica y defiende Falun Gong

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Sufría varias enfermedades como reumatismo, enfermedad cardiaca, hepatitis, anemia, trastornos de la traquea y otro tipo de enfermedades que me obligaban a tomar medicamentos diariamente desde hace años. Como consecuencia de los efectos secundarios de los medicamentos desarrollé osteoporosis. La osteoporosis se volvió tan grave que tuve cinco fracturas consecutivas en un período corto de tiempo. Tuve que guardar cama y cuando caminaba lo hacía con muletas. Más adelante sufrí otra fractura. Esta vez era la tibia. El médico utilizó pasadores de bisagra para conectar otra vez mi tibia rota. Como consecuencia de las múltiples enfermedades y operaciones, mi cuerpo estaba continuamente muy dolorido. Tenía la impresión de que era preferible estar muerto que seguir vivo.

Cuando creía que ya no había ninguna esperanza, alguien me habló de Falun Gong. Sentí que esto era lo mejor que me podía llegar, así pues decidí aprender los cinco ejercicios de Falun Gong. En cuanto al quinto ejercicio de la meditación sentada, me sentí preocupado ya que exige sentarse con las piernas cruzadas la una encima de la otra (posición también conocida bajo el nombre de posición de loto). Con el fin de hacer bien la meditación, decidí que me quitaran los pasadores de bisagra de mi tibia. En el momento de la valoración inicial para la cirugía, el doctor hizo una radiografía de mis piernas y comprobó que mi tibia ya se había aplastado y había comenzado a mostrar signos de necrosis ósea y me dijo que no iba a poder caminar si se quitaban los pasadores de bisagra. El jefe del hospital me dijo: "En su estado, usted debería esperar por lo menos un año antes de proceder a extraerle sin riesgo los pasadores de bisagra de su tibia”.

A la vuelta del hospital, decidí que no iba a pasar el resto de mi vida caminando con muletas, así que puse toda mi esperanza en Falun Gong. Comencé a estudiar los libros de Falun Gong y a aprender los cinco ejercicios, incluido la meditación sentada. Coloqué mis piernas uno sobre el otro para practicar la meditación sentada. Sentí los pasadores de bisagra de mi tibia hundirse en seguida contra mi carne. El dolor me hizo temblar como a una hoja. Las lágrimas y el sudor fluían sobre mi cara y mojaron mi camisa. Practiqué la meditación en posición de loto durante diez minutos, aunque me parecía que habían pasado diez años. Al día siguiente antes de comenzar a practicar la meditación, le dije al Maestro desde mi interior: " Maestro, no creo que pueda aguantar el dolor. ¿Podría ayudarme por favor y aliviar mi dolor?" Entonces se produjo un milagro. No sentí ningún dolor cuando comencé la meditación. Estaba lleno de alegría. ¡Era una señal de que el Maestro me trataba como un discípulo!

Pero cinco minutos más tarde mis piernas comenzaron a doler. Esta vez fui capaz de hacer la meditación sentada durante 15 minutos. Tranquilamente continué aumentando la duración del ejercicio cada vez. Tres meses más tarde, era capaz de hacerlo en la posición de loto durante 30 minutos. Durante estos tres meses, mi salud física se mejoró de un modo asombroso. Apenas utilizaba las muletas para desplazarme en la casa y lo hacía apoyando mis manos en la pared. Tenía la impresión de que los pasadores de bisagra de mi tibia iban desapareciendo lentamente porque cada vez sentía menos dolor en mis piernas. De hecho, el dolor que sentía normalmente por todo el cuerpo había disminuido.

Entonces regresé al hospital tres meses más tarde. Después del resultado de la radiografía, el jefe del hospital estaba asombrado de mi mejoramiento. Me preguntó: "¿Toma un elixir que viene del cielo o qué? ¿Cómo pudo recuperarse de las fracturas tan rápidamente? ¡La radiografía que le hemos tomado parece que proviene de una persona diferente!" Me explicó que la estructura en red en mis huesos debido a la osteoporosis había desaparecido. Parecía que no sufría más osteoporosis. Mis huesos ya no estaban aplastados. Después me dijo que ahora si podía quitarme los pasadores de bisagra ya que no los iba a necesitar más. Él doctor sabía que yo era un paciente asiduo al hospital durante años y estaba sorprendido por mi notable curación. Me pidió el secreto y le dije que era Falun Gong. Él y otros médicos del hospital estaban impresionados.

Continué practicando los ejercicios de Falun Gong y estudiando los libros. Seis meses más tarde me había liberado de las muletas. Al principio tenía que caminar con dos muletas. Después lo hacía sólo con una. Al cabo de seis meses, podía caminar sin muletas. Mi salud se había mejorado muy rápidamente. Comencé a sufrir artritis reumática a los 17 años y esto lo he llevado encima hasta los 40, antes de comenzar a practicar Falun Gong. Ya había olvidado lo que era vivir sin dolor. Ahora gracias a Falun Gong, puedo llevar una vida perfectamente sana. Puedo decir sin exageración que Falun Gong realmente me dio una nueva vida.

Es por eso que sentí que tenía que hablar de Falun Gong cuando Jiang Zemin comenzó a perseguir abiertamente a los practicantes y a difamar al Maestro el 20 de julio de 1999. No era el único que sentía así. Los practicantes y yo pensamos que lo menos que podíamos hacer era ir a Pekín a compartir nuestras propias experiencias de práctica con las autoridades y que éstos al escuchar, eliminarían la injusticia que se estaba realizando contra Falun Gong y el Maestro. Otro practicante y yo nos fuimos a Pekín para clarificar la verdad sobre Falun Gong a la oficina de Apelaciones del Estado. Sin embargo, sólo cuando llegamos a Pekín entendimos que nadie del Gobierno escucharía la verdad. Privados de nuestros derechos constitucionales para apelar, fijamos anuncios y pancartas que contenían hechos importantes respecto a Falun Gong en la Plaza Tiananmen. Después de terminar nuestro trabajo y cuando nos disponíamos abandonar la plaza, la policía que vigilaba el lugar nos detuvo y comenzó a interrogarnos: “¿Piensa que Falun Gong es bueno?” Nosotros dos le contestamos: “Sí, Falun Gong es bueno”. Enseguida fuimos detenidos y nos llevaron al coche de policía. Cuando dejábamos la Plaza Tiananmen escuchamos unas voces fuertes y claras por todas las partes de la Plaza que decían: "¡Falun Dafa es bueno!" "¡Falun Dafa es recto!" "¡Restablezcan el buen nombre de nuestro Maestro!" ¡Era una estampa magnífica digna de ver!

La policía de la Plaza Tiananmen verificó nuestros billetes de tren y descubrió de donde veníamos. Entonces nos trasladaron a la oficina de nuestra ciudad en Pekín. Después de nuestro regreso, la policía local le extorsionó 4.000 yuanes a mi hija para liberarme.

En la celebración del Nuevo Año Chino en 2004, la policía vestida de paisano patrullaba las calles y al verme fijando unos carteles con hechos importantes sobre Falun Gong me detuvieron. Me llevaron a la comisaría y me pidieron mi nombre y dirección. No les di mi información personal pero sí les clarifiqué la verdad respecto a Falun Gong. Les expliqué cuánto me había beneficiado de la práctica de Falun Gong. Algunos policías aceptaron la verdad respecto a Falun Gong y se mostraron amables conmigo. Otros se enfadaron y me gritaron.

Discutiendo sobre lo que iban a hacer conmigo, el asistente jefe de la comisaría de policía me reconoció. Sabía que era un ciudadano honrado y respetuoso de las leyes. También me conocía antes de empezar a practicar Falun Gong y sabía cuánto había mejorado mi salud y mi moralidad. Insistió para que me liberasen inmediatamente. Así, regresé a mi casa sin riesgo y pude continuar mi trabajo de clarificación de la verdad.



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