Durante la visita de Hu Jintao a Estados Unidos, en la ceremonia de bienvenida ofrecida en la Casa Blanca, la practicante de Falun Gong, doctora Wenyi Wang, estuvo cerca de tres minutos protestando a gritos por las extracciones de órganos en cuerpos vivos de practicantes de Falun Gong en los campos de trabajos forzados en China. Sus gritos se convirtieron de pronto en un foco de atención para los medios de comunicación internacionales y la noticia se propagó rápidamente por todo el mundo. En España, muchos de los principales medios de comunicación informaron de este incidente de protesta en la Casa Blanca y despertó mucho interés y atención del público sobre el trasfondo de esta protesta.
El domingo 30 de abril, uno de los periódicos más importantes de España, El Mundo, dedicó una página entera publicando la declaración completa de la Dra. Wenyi Wang, con el titulo de “Por qué grité ‘asesino’ en la Casa Blanca”.
Por qué grité «asesino» en la casa blanca
WENYI WANG, la mujer que hace unos días tuvo unos segundos de gloria mundial al increpar al presidente chino invitado por Bush, no lo hizo para hacerse famosa. «Hay miles de desaparecidos en China practicantes de Falun Gong -movimiento místico- para extraer sus órganos», escribe para CRONICA
WENYI WANG
CREYENTE. Oriunda de Changchun, Wenyi Wang (en la imagen, de negro) estudió medicina en su país. En 1985 se trasladó a EEUU donde se doctoró. Practicante desde 1996 de Falun Gong (100 millones de seguidores en China), es portavoz de derechos humanos de los médicos chinos en el extranjero. Tiene 47 años. / AP
Me llamo Wenyi Wang, tengo 47 años, un hijo y una hija y ejerzo como médico. El viernes 21 me liberaron de la Corte del Distrito DC, de Washington. En el juicio el 3 de mayo, me enfrentaré a una posible condena seis meses de cárcel y al pago de una multa de 5.000 dólares.
Creo que es necesario que dé una explicación pública por mi protesta durante la intervención de Hu Jintao, primer Ministro de China, en el jardín sur de la Casa Blanca, en su visita al presidente George Bush el jueves de la semana pasada [Wang gritó «¡Asesino!» al mandatario asiático].
El 9 de marzo, el periódico The Epoch Times [que edita en 10 idiomas y más de 30 países un grupo de chinos estadounidenses] informaba de una extracción de órganos a gran escala a seguidores vivos del Falun Gong (movimiento religioso perseguido pro el Gobierno chino) en el distrito de Sujiatun, en la ciudad de Shenyang (provincia china de Liaoning, al noreste del país). Cuando la historia se destapó, el Partido Comunista Chino no tardó en transferir a los miembros del Falun Gong que aún permanecían en el área de Sujiatun, tomar las medidas necesarias para encubrir los hechos y negar las acusaciones. Por entonces, The Epoch Times me asignó el seguimiento de la historia, pues soy patóloga y tengo experiencia en la investigación sobre trasplantes de órganos.
En un principio, nuestra historia se basaba en el relato de dos individuos de la región de Shenyang, que tenían información sobre lo que ocurría en los hospitales de Sujiatun: Peter, un ciudadano chino que había trabajado como productor para una cadena de televisión japonesa en Shenyang, y Annie, antigua miembro de la plantilla del hospital provincial para enfermos de trombosis de Liaoning, de Medicina China y Occidental integrada, y ex mujer de un cirujano que había realizado extracción de órganos en Sujiatun durante varios años.
En marzo acompañé a ambos a entrevistas con medios de comunicación internacionales, al Congreso de EEUU y a otras agencias gubernamentales. A la vez, obtuvimos información referente a la extracción de órganos a gran escala de miembros vivos del Falun Gong entre 2001 y 2003, en campamentos de trabajo donde se les retenía.
Algunos pacientes que habían viajado hasta China para que se les realizase un trasplante nos contaron que, antes de ir, se les explicó que los órganos procedían de miembros del Falun Gong.Por otro lado, doctores que tenían una idea general del plan de extracción de órganos nos explicaron que la crueldad va mucho más allá de lo publicado en The Epoch Times. Cuando se conozca todo el plan, dicen, el mundo se quedará atónito. Aunque estas personas han estado en contacto con The Epoch Times, no se atreven a dar un paso más al frente. Temen por su vida.
Los pacientes necesitan órganos de personas vivas y sanas. Por ello, y para atraer más volumen de negocio, los médicos que realizan los trasplantes en China han admitido en conversaciones telefónicas grabadas que los órganos pertenecen a practicantes del Falun Gong. Además, la mayoría de hospitales declara públicamente que el tiempo de espera de un órgano compatible es de dos a cuatro semanas. A veces no tardan más de una en completar la búsqueda de un órgano, la comprobación sangre y tejidos y el trasplante. El anuncio multilingüe de un centro de trasplante en Shenyang llegaba a prometer que en tres semanas los pacientes podían viajar hasta China, ser trasplantados y volver a casa felizmente.
Tan pronto como saltó la noticia de Sujiatun, la página web china desapareció de la red. Como médico con formación sobre trasplantes de órganos, sé con certeza que existen bancos de órganos vivos a gran escala en numerosas provincias de la China continental, algo que me duele de tan sólo pensarlo. Y hay decenas de miles de practicantes del Falun Gong desaparecidos, cuyas familias les buscan sin pista alguna.
Gran cantidad de investigaciones, incluyendo entrevistas grabadas con doctores que realizan trasplantes en China, indican que en este mismo momento, en los principales hospitales, se están realizando operaciones para extraer órganos a miembros vivos del Falun Gong.
En cuanto trascendió la denuncia, el Partido Comunista Chino emitió una nueva normativa sobre trasplante de órganos. Aunque parece prohibir la extracción de órganos no estará vigente hasta el 1 de julio. Por eso, muchos hospitales instan a sus pacientes a que se sometan al trasplante lo antes posible, alegando que la fuente de órganos no será tan abundante.
No tengo tiempo para mis hijos, se quedaron en Nueva York...Un día antes de la reunión entre el presidente Bush y Hu Jintao asistí a una sesión del Congreso sobre los derechos humanos en China. Sin embargo, a los dos testigos que habían arriesgado su vida para destapar lo que se hacía a los miembros del Falun Gong no se les permitió explicar lo que sabían. En aquel momento, los dos testigos sólo habían solicitado testificar en privado ante el Congreso. Una vez comprobado que la sesión no tenía testimonio alguno sobre lo que ellos sabían que era cierto, decidieron, con gran valentía, realizar su primera declaración pública en una rueda de prensa que tuvo lugar el 21 de abril.
Me di cuenta de que yo misma tenía que hacer todo lo posible por llamar la atención sobre la extracción de órganos en China. El 20 de abril acudí a la Casa Blanca para informar al respecto. Y cuando Bush estrechó la mano de Hu Jintao, no pude evitar ponerme a gritar. Grité por los practicantes del Falun Gong, por aquéllos a quienes han diseccionado o diseccionarán vivos para conseguir sus órganos, por aquéllos a quienes han torturado y han sufrido la persecución genocida.
Espero que Hu Jintao no siga a Jiang Zemin en la persecución y genocidio de Falun Gong. La extracción de órganos es el delito más grave practicado en contra de la humanidad, el genocidio más terrible y a mayor escala de los que ocurren ahora delante de nuestras narices.
Aunque mi acción fue individual, actué de manera coherente con el espíritu de la libertad, tratando a la vez de proteger la dignidad de mi país de adopción y de la humanidad. Cuando me dejaron libre, vi que la prensa me esperaba a las puertas del tribunal para preguntarme simplemente por qué.
La prensa informó de lo que hice en la Casa Blanca, pero no se publicó mucho sobre la razón de mi actuación. No obstante, ésa es la clave de toda la cuestión.
Estoy convencida de que la extracción masiva de órganos a gente del Falun Gong toca y desafía la conciencia de todos, vivamos donde vivamos. Constituye un desafío para la Humanidad, crímenes y pecados que deberíamos poder parar.
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