Asistiendo en persona a las conferencias del Maestro

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A fines de 1993 mi padre me dio una copia de «Zhuan Falun» y me dijo: “No trates este libro despreocupadamente. Antes de leerlo debes lavarte las manos. Cuando leas, debes sentarte erguido”. Después de leerlo tuve la fuerte sensación de que era un libro que enseña a la gente a ser buena y que debería practicar Falun Gong.

En enero de 1994, mi padre me dio unas entradas y dijo emocionado: “El Maestro viene aquí a enseñar el Fa. Verdaderamente es nuestra buena fortuna”. La primera vez que vi al Maestro, mi primer pensamiento fue que Él era aquel que debía seguir. Me sentía como un niño extraviado por ahí y que finalmente regresó con su familia, tan feliz, cálido, contento, y a salvo.

Escuché las lecciones del Maestro con fascinación, esperando que me contara más. Falun Dafa abrió un nuevo mundo para mí y fue exactamente lo que estaba buscando. Ahora, cuando miro hacia atrás, ese período de tiempo fue en verdad extraordinariamente precioso. Me aparté de la carrera de ratas en busca de fama e intereses personales. Mis heridas fueron curadas y mis enfermedades se fueron, empecé un nuevo viaje. Fue el Maestro quien me sacó del lodo, me limpió y me guió al camino limpio y brillante, y me llevó en la dirección correcta.

No podía obtener lo suficiente del Fa del Maestro. Quería grabar un juego de las lecciones pero no estaba permitido. Cuando obtuve mi propia copia de «Zhuan Falun», me sentí muy agradecido hacia el Maestro.

Tuve la fortuna de asistir dos veces a los seminarios del Maestro, por un total de veinte lecciones. Al principio de la primera lección de cada serie, siempre había gente luchando por conseguir un mejor asiento. Sin embargo, una vez que escuchaban las lecturas del Maestro, esas situaciones desaparecieron rápidamente. No importaba cuánta gente había ni cuán angosta era la entrada, los practicantes siempre estaban en buen orden.

Cuando era el momento de la lección, el Maestro sólo decía: “Siéntense todos”. Entonces el auditorio, que estaba lleno de miles de personas, inmediatamente se tranquilizaba. Sólo había la voz del Maestro, alta y clara. No había nadie más hablando, caminando o fumando, hasta el final de la lectura. Incluso los pequeños niños estaban muy quietos. Desde la primaria hasta la universidad, he asistido a numerosas reuniones y conferencias, pero nunca había asistido a una reunión con absoluto y solemne silencio como ésta. Durante la lectura del Maestro, me sentí extremadamente sereno y maravilloso.

El Maestro siempre venía temprano y empezaba a tiempo la clase. Nunca se demoró ni un solo minuto. En las primeras series, las personas que organizaban el seminario acordaron con los practicantes fotografiarse con el Maestro. Mi familia tuvo la oportunidad de hacerlo. Después de ello, el Maestro se fue inmediatamente a su asiento. El Maestro nunca hizo perder el tiempo de nadie bajo ninguna circunstancia, y nunca dejo que otros esperaran por Él. Siendo maestro de escuela profesional, sentí que estaba lejos de alcanzar ese tipo de estándar.

Los responsables de la organización anfitriona pidieron a un oficial que examinara las credenciales del Maestro. Entonces este oficial fue hacia Él. Antes de decir siquiera una palabra, el Maestro puso los certificados sobre la mesa, incluyendo el de Maestro Popular de Qigong, Premio al Logro de la Ciencia Frontera y Premio Especial Dorado expedidos por el Estado. El oficial estaba muy sorprendido. Él creyó que el Maestro realmente tenía capacidades sobrenaturales. Fue a casa y habló a su esposa e hija sobre esto, y toda su familia se convirtió en practicantes de Falun Gong.

El jefe de la compañía del departamento de vehículos tenía dolor de espalda y pidió ayuda al Maestro. El Maestro sólo siguió hablándole. Él apreció que el Maestro era muy gracioso y se olvidó de su dolor de espalda. Entonces notó una gran mano cálida cubriendo su espalda sintiéndose muy reconfortado. Su dolor desapareció. Después de ello, él le dijo a todo el que encontraba: “El Maestro Li Hongzhi es realmente extraordinario”.

Había dos señoras mayores de la zona rural que no tenían suficiente dinero para comprar las entradas del seminario. Al escuchar esto, el Maestro le dijo al personal que las dejaran entrar.

Hubo muchos episodios como estos pero pararé aquí por ahora.

(Versión en chino: http://www.minghui.ca/mh/articles/2004/3/13/69867.html)
(Versión en inglés: http://ww.clearwisdom.net/articles/200404/18944.html)

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