El comportamiento de mi hijo es como un espejo que refleja mi propio estado de cultivación

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Hace algunos días encontré a una pareja, también practicantes de Falun Gong. Me dijeron que su hija de 22 años de edad, no estudiaba seriamente la Ley desde hacía largo tiempo. Ella apenas emitía pensamientos rectos y casi no hacía ninguna de las tres cosas que el Maestro requiere de nosotros. Me dijeron que necesitaba ser despertada; de otro modo, acabaría actuando como una persona común en lugar de una practicante. Como padres y practicantes, estaban extremadamente inquietos por su hija y esperaban que pudiera pasar por su casa cuando tuviera tiempo y ayudar a su hija.

Después de oír su historia, les conté algunas anécdotas familiares. Habitualmente, con la gente no me pongo nerviosa en absoluto, pero con mi hijo es otro asunto. Si mi hijo no podía hacer lo que le pedía hacer, podía fácilmente encolerizarme. Si mi hijo no me obedecía siempre, incluso podía darle una azotaina. Aunque sólo tiene seis años, no está dispuesto a admitir sus errores. Algunas veces, incluso monto en cólera perdiendo así mi calma.

Un día, tuve un sueño. En este sueño, una persona me dijo que no debería tratar a mi hijo con tanta severidad porque era demasiado joven para defenderse. No había observado en mi misma para ver mis propios errores y hablaba sin fin para defenderme. La persona en mi sueño viendo que estaba mareada, me abofeteó mucho. Inmediatamente me desperté, sintiendo el dolor de la bofetada en mi cara.

Después de despertarme, pensé en ello con calma. Comprendí que recientemente había tratado a mi hijo de manera irrazonable, así pues decidí cambiar de actitud. Después de una introspección en busca de mis apegos, descubrí que muchos de mis pensamientos y comportamientos no estaban de acuerdo con los principios de Dafa. Cuando perdía mi calma, actuaba como un demonio encolerizado. Sin embargo, cuando un conflicto surgía entre mi hijo y yo, pedía siempre a mi hijo cambiar su comportamiento en lugar de mirar en mí con el fin de encontrar mis propias insuficiencias. Era porque pensaba que era su madre y que debía obedecerme y comportarse según mis expectativas. Frente a una dificultad o algo diferente, no miraba en mí, pues no administraba correctamente las cosas con mi hijo. ¡Que de errores cometí!


El Maestro dice:
“En toda circunstancia, debemos ser buenos con los demás, tratar a la gente con benevolencia; con más razón debe hacerlo con los miembros de su familia. Hay que tratar bien a todo el mundo, tanto a sus padres como a sus hijos, hay que pensar en los demás en toda ocasión; tal corazón no es egoísta, es un corazón caritativo, es la compasión” (Zhuan Falun)

Debo ser buena con todo el mundo y no sólo yo debo comportarme bien fuera de mi casa, sino que debo también comportarme bien en mi casa. Debo tener el mismo buen corazón. Es malo que me enfade con él a cada momento, solo porque es mi hijo. Debo eliminar mi naturaleza demoníaca.

Sabía que era culpa mía. Al día siguiente, le dije sinceramente a mi hijo: «Fue culpa mía cuando ayer te di la azotaina. No debería actuar de este modo contigo, aunque seas un niño. Nosotros los practicantes debemos tratar a todo el mundo de la misma manera. A partir de ahora no te daré más azotainas. Si por ventura, pierdo la calma, debes recordarme esto: todos nosotros debemos ser de buenas personas, ¿de acuerdo? ¿Perdonas a tu mamá?”. Después de escucharme, quedó encantado y me dijo: "!vale!". De ahora en adelante seguimos como si lo que pasó ayer jamás hubiera sucedido. Además, mi hijo también admitió sus propios errores. Me dijo que no debía haberse enfadado y que no lo haría de nuevo.

Los cambios en mi hijo me avergonzaron. Durante estos cambios en el comportamiento de mi hijo, descubrí las insuficiencias en mi cultivación. Las acciones de un niño son como un espejo que reflejan nuestros comportamientos. Comprendí que debía mejorar. A partir de ese momento, cada vez que mi hijo se comportaba mal, miraba dentro mí con el fin de descubrir si mis propias acciones no le forzaban a actuar de ese modo. Descubrí que cuando cambiaba y corregía mi comportamiento, mi hijo también mejoraba inmediatamente el suyo.


Versión en francés disponible en: http://fr.clearharmony.net/articles/200605/26858p.html

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