Hace un tiempo atrás Shifu señaló mi corazón de envidia en la cultivación. Mi interés por las cosas materiales, en especial por el dinero fue y es aún, algo fuerte en mi corazón. Soy especialmente conciente de esto desde que estoy casada con un practicante. Siempre estuve pendiente de cada centavo, ya que nuestra situación económica fue inestable y hasta precaria, o por lo menos así lo sentí yo. Esto hizo crecer dentro de mí una serie de sentimientos de inferioridad. Al principio fueron pensamientos banales acerca de “cuanto” tenían otros practicantes o de “que hacían”, etc. Luego esos pensamientos fueron mostrándose más agudos hasta llegar a sentir que era tan injusta mi situación económica y que debido a eso yo estaba limitada para clarificar la verdad como lo hacían otros (especialmente los que tenían buena situación económica). Yo me excusaba una y otra vez diciéndome que yo no tenía dinero para pagar una empleada que cuidara a mi hija, que no tenía un auto para ir a lugares lejanos a difundir Dafa, etc., etc.
Si por alguna razón teníamos más dinero, mi corazón estaba exultante y no podía negarlo; si perdíamos dinero era una gran contrariedad. Por supuesto que todo eso hizo que yo pensara que mi cultivación era muy amarga y la de otros era más fácil.
Entiendo que esos pensamientos causaron que nuestra situación no mejorara y nos trajo dificultades. Afortunadamente fui capaz de exponer abiertamente mi corazón de envidia en mi grupo de práctica y fueron mis compañeros practicantes quienes me ayudaron a reconocer este apego, y a ver que era algo que me impedía hacer más cosas para salvar seres concientes.
También me alentaron y me mostraron que yo podía hacerlo de acuerdo a mis posibilidades y que lo importante era mi corazón. No estoy segura de haber actuado inmediatamente de acuerdo a este nuevo entendimiento, pero sí sentí lo liviano que quedaba mi corazón una vez expuesto el apego. Una gran capa de materia negra se transformó, porque mostrar ese aspecto tan feo fue muy duro.
Hace poco, hablando con una practicante comprendí un aspecto más del corazón de envidia. Ella me comentó que no sabía si podría asistir a la lectura del Fa en grupo debido a que su casa quedaba alejada y no habría medios de transporte aquel día. Yo sugerí pedir a otra compañera que pasara por ella, pero ella dijo que no quería molestar, que si no nacía de la otra persona el ofrecimiento ella no lo haría.
Traté de mostrarle que eso era un corazón de orgullo innecesario y que quien necesita ayuda, debe pedirla. Luego de reflexionar un poco más profundamente sobre el tema entendí que: la soberbia y el sentimiento de inferioridad son las dos caras de la envidia y que son las dos formas en que pueden manifestarse en la superficie. Cuando nuestro ego lleva las de ganar, somos soberbios e hirientes en esas situaciones que nos afectan, cuando nos sentimos víctimas, aparece el sentimiento de inferioridad. ¡Es realmente sorprendente cómo pueden disfrazarse nuestros corazones de apego!
Lo más curioso es que precisamente ahora que puse en palabras esto, es que estoy comprendiendo que ese apego subyace dentro mío aún, sólo que se manifiesta de la forma que acabo de describir.
Antes de contar esto dudé, porque temí poner de manifiesto el apego de otro practicante, pero resultó ser algo para mirar adentro. Al mirar mi comportamiento siento que numerosas veces permití que esa sustancia mala (el apego) me manejara, hiriendo a quienes me rodean.
Ahora mismo soy un poco más conciente que antes de compartir esto y sé que la próxima vez voy a detenerme antes de actuar desconsideradamente. De pronto siento que tengo tanto para compartir con los demás practicantes; que antes no lo hice por “resguardarme” a mí misma, lo cual fue egoísta y cobarde.
Creo que todos tenemos pequeñas pero grandiosas cosas para compartir, porque todos estamos intentando cultivar este Fa recto. Sé que nuestro Shifu no quiere dejar a ninguno de nosotros atrás, y que los errores que cometemos son parte del proceso de cultivación, que podemos mejorar y alcanzar el estándar de un practicante genuino si hacemos las tres cosas bien.
Mirando atrás siento que siempre estuve “arrastrándome “ en mi cultivación, ahora mismo siento que puedo ponerme de pie para seguirte Shifu, ya no quiero cargar con la pesada mochilla de la culpa, porque retarda mis pasos y yo quiero seguirte de cerca.
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