El 7 de mayo de 1993, nuestro Gran Shifu nos visitó en la ciudad de Linqing, provincia de Shandong. Sin escatimar esfuerzos para salvar a seres conscientes, Él dio una serie de diez días de Lecturas de Falun Gong. Han pasado ya más de diez años, pero la radiante imagen del Shifu, la suavidad del habla e incluso la sonrisa, las tengo a todas en mi mente, y me inspirarán por siempre para caminar firme el sendero hacia el retorno a mi verdadero ser.
Por primera vez vi al Shifu en un parque, vestía un traje de color azul oscuro, con una camisa blanca y zapatos de cuero negros. Lucía muy joven, parecía tener menos de 30 años. Un familiar y yo, estábamos como a dos metros de distania cuando Él nos sonrió calurosamente. Uno de mis familiares le solicitó al Shifu que curara sus enfermedades, y el Shifu aceptó. Era tan bondadoso y asequible que después de estar con Él por largo tiempo, no queríamos apartarnos. Más tarde, escuché de un compañero de práctica que el Shifu nos había seleccionado un lugar en el parque para sitio de práctica, y además había purificado esa área con sus habilidades sobrenaturales.
Durante las Lecciones del Fa dadas por el Shifu, hubo muchas interferencias, aún recuerdo que una música comenzó de pronto a sonar por los parlantes cuando estaba dando una Lección. Él dijo, “Ellos no quieren que ustedes escuchen el Fa.” Luego, bajó el micrófono y comenzó a dar la Lección directamente, y nos preguntó en todas las direcciones “¿Pueden escucharme claramente?” “¡Sí, sí podemos!” Siempre sonreía afectuosamente y nos consideraba en todo momento. Después que terminaron todas las lecciones, el Shifu nos trajo un pasa casete grande y lo donó a los practicantes para que lo usaran en el sitio de práctica. Lo había pagado con su dinero.
El Shifu nos purificó los cuerpos mientras daba sus Lecciones del Fa. Una practicante antes de asistir a las conferencias del Fa, había estado ahorrando dinero, durante mucho tiempo, para una cirugía de cáncer de mama. Pero después que escuchó que en la ciudad de Linqing iban a darse las lecciones de Falun Gong, prefirió asistir en vez de ir al hospital. Después que escuchó a Shifu, sorprendida, encontró que el tumor había desaparecido. Desde entonces ha estado libre de esos síntomas. Cuando terminaron las Lecciones, ella compartió su entendimiento, pero estaba tan conmovida que difícilmente podía hablar y sus lágrimas corrían sin parar, agradeciendo a Shifu.
Yo también estaba en malas condiciones físicas, y sufría de insomnio, taquicardia, tres tumores uterinos y callos en los talones. Mis talones me dolían tanto que no me atrevía a tocar el piso con mis pies cuando me despertaba. También sufría de otra discapacidad que apareció después de nacer, la cual no me permitía levantar mis brazos. Mis piernas me dolían constantemente y a veces tenía temperatura alta y debía permanecer en cama, varios días, hasta que la fiebre desaparecía. Durante ese tiempo, vivir me resultó muy difícil. Después de asistir diez días para escuchar las lecciones del Shifu, todas estas enfermedades desaparecieron y comencé a sentir un estado confortable que nunca antes había experimentado. Durante las conferencias, antes de que el Shifu comenzara a purificar nuestros cuerpos, nos pedía que pensemos en el lugar donde teníamos las enfermedades, o si las enfermedades no eran de nosotros mismos, pensar en las enfermedades de parientes o amigos. Esa vez incluso, me olvidé que yo misma era una persona seriamente enferma.
Sobre todo, desde entonces comencé a comprender que el verdadero propósito de la vida humana es el de regresar a nuestro verdadero ser. Mi entendimiento acerca del mundo y de mi vida fue completamente revolucionado ya que sentí que me había convertido en una persona nueva tanto física como mentalmente.
Recuerdo que el Shifu nos dijo que éramos afortunados al haber asistido a sus Lecciones, y que estemos conscientes de tal oportunidad tan preciosa debido a la poderosa virtud de nuestros ancestros. Nos pidió que atesoremos tal oportunidad. Para entonces, sin embargo, fallé en comprender el significado profundo de las palabras del Shifu y de la grandiosidad de las bendiciones que los dioses nos brindan. Ahora he podido darme cuenta que nada puede compararse a la fortuna que Dafa nos ofrece. A la noche, cuando las Lecciones habían terminado, el Shifu se paraba al costado de la mesa y nos miraba mientras todos nos retirábamos por el corredor. Fijábamos nuestros ojos sobre el Shifu y no queríamos salir.
¡Cómo vuela el tiempo! ¡Han pasado más de diez años! Cada vez que recuerdo la visita del Shifu a la ciudad de Linqing, me siento siempre emocionado. Shifu, los practicantes de la ciudad de Lingqing lo extrañamos inmensamente.
Entre los sufrimientos en los últimos diez años, el Shifu nos ha cuidado a cada instante. Siguiendo de cerca al Shifu, he caminado mi sendero de cultivación hasta este día. Cuando las difamaciones y mentiras del régimen comunista estropearon a Dafa y al Shifu, supe muy bien que no eran verdades. Al contrario, ellos me permitieron distinguir mejor el bien del mal. Nuestro Shifu es el más grandioso, compasivo y virtuoso. Continuaré haciendo bien las tres cosas y jamás permitiré que el Shifu sufra por mí. Daré lo mejor de mí, de tal forma que el Shifu pueda descansar seguro y complacido.
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