Durante la 13º Sesión del Consejo de DD.HH. de la ONU, realizado en Ginebra, se discutió en un panel sobre el rol de los médicos en la documentación de la tortura. Muchas veces, funcionarios de gobierno de varios países violaron los derechos humanos y fueron los médicos quienes documentaron la tortura y ofrecieron evidencia a la justicia. El panel, organizado por el Dr. Manfred Nowak (Reportero Especial sobre Tortura), estuvo compuesto por expertos de la Asociación Mundial de Médicos y representantes de gobiernos, quienes debatieron el rol de los médicos en la documentación de la tortura.
La Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, es un instrumento internacional para los derechos humanos, bajo la revisión de las Naciones Unidas, que apunta a prevenir la tortura alrededor del mundo.
El artículo 1 de la Convención, define como tortura a cualquier acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolor o sufrimiento severo, sea físico o mental, con el propósito de obtener de ésta o de una tercera persona, información o una confesión, castigarlo por un acto que ella o una tercera persona haya cometido o se sospecha de haberlo cometido, o intimidación o coerción sobre él o una tercera persona, o por diferentes razones basadas en cualquier tipo de discriminación, cuando tal dolor o sufrimiento es infligido por o por instigación de, o con el consentimiento o aquiescencia de un funcionario público u otra persona actuando en su carácter oficial.
China firmó esta Convención el 12 de diciembre de 1986 y la ratificó el 4 de octubre de 1988.
Un representante de Turquía dio una introducción sobre la efectividad de entrenar a médicos para que identifiquen la tortura. El Manual sobre Investigación y Documentación Efectiva de la Tortura y otros Actos Crueles, Inhumanos o Tratos Degradantes o Castigo, conocido comúnmente como el Protocolo de Estambul, es el primer conjunto de directrices internacionales para documentar la tortura y sus consecuencias. Se convirtió en un documento oficial de la ONU en 1999. El Protocolo de Estambul pretende servir como una serie de guías internacionales para evaluar a las personas que alegan torturas o malos tratos, para investigar casos de supuesta tortura, y para reportar hallazgos a cualquier organismo judicial o de investigación.
Desde 1999, el proyecto turco estuvo entrenando médicos, profesionales del ámbito de la salud y del derecho en más de diez países que trabajan juntos, comparten sus experiencias e identifican la tortura. Establecieron un currículum de 42 horas para estudiantes médicos y estudiantes universitarios de leyes para poder identificar víctimas de tortura.
Inmediatamente después del discurso de los panelistas, varias ONGs realizaron cuestionamientos acerca de quién protegería a las víctimas, cuando los profesionales del ámbito de la salud son cómplices de su tortura.
Un abogado de Argentina preguntó: "Los tópicos tocados por los panelistas fueron sobre trabajadores médicos documentando daños por tortura. ¿Qué pasa cuando son los mismos médicos los que ocasionan torturas a la gente? Estoy hablando específicamente de China y su persecución a los practicantes de Falun Dafa. Las formas de tortura son ambas, físicas y mentales, por medio de inyecciones que dañan el sistema nervioso y físico, usando prácticas médicas para causar dolor, por ejemplo el caso de Fang Yi Si, la señora que está sentada en el salón, quien fue torturada usando agujas de acupuntura insertadas profundamente en los puntos meridianos, donde el dolor es intenso. Estos médicos, en lugar de proteger la salud o la defensa de la ética, están preocupados en perder sus trabajos si no practican la tortura".
Un representante de la Fundación Consciencia, una ONG de Estados Unidos, compartió la preocupación del abogado y extendió la pregunta. Señaló que la situación en China es muy diferente del resto del mundo. Durante los pasados 11 años de persecución, profesionales de la salud, incluyendo médicos y enfermeros de hospitales y campos de trabajo forzado, se convirtieron en cómplices de la persecución. Ellos practican la alimentación forzada, no para mantener vivos a los practicantes, sino para infringir dolor y también les inyectan drogas psicotrópicas. Además han estado extirpando los órganos de los practicantes para beneficiarse. En un país como China, donde los médicos en vez de documentar evidencia de tortura se convierten en cómplices, ¿quién puede salvaguardar las vidas de aquellas personas inocentes y qué puede hacer la comunidad internacional al respecto?
Un representante de Freedom House expresó preocupaciones similares cuando los médicos ayudan al gobierno a perseguir disidentes políticos, como en China, ¿qué tipo de canales puede usar la ONU y qué puede hacer la Asociación Mundial de Médicos para detener esta práctica?
El Sr. Paul Jaszczack de la Asociación Mundial de Médicos, dijo que la cuestión de China no es fácil de contestar, porque cuando la ética choca con la economía, la economía tiende a ganar. Por eso sugirió informar a otras asociaciones de médicos alrededor del mundo, para que presionen a las asociaciones de médicos chinos a que sus miembros cumplan con sus obligaciones.
Versión en inglés disponible en: http://www.clearwisdom.net/html/articles/2010/3/11/115272.html
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