El punto de vista de Confucio sobre el hecho de "Orar"

Wang Sungu fue un discípulo de Confucio en el Reino de Wei. Aunque era un funcionario de alto rango, Wang llamaba a pesar de todo a Confucio su maestro. Un día, Wang hizo una pregunta a Confucio: "Hay un viejo refrán que dice: 'Es más inteligente ganarse el favor del Dios A que ganarse el favor del Dios Zao' ¿Qué le parece?"

Dios A está en la esquina suroeste de una casa. Este es el lugar para venerar a los más prestigiosos, pero no hay ninguna deidad específica aquí. El Dios Zao es una deidad específica, pero con una posición menos elevada. Wang entendió que, gracias a los esfuerzos de Wang, Confucio fue capaz de obtener una posición adecuada en el gobierno, pero que Confucio no podía lograr nada si esperaba ser designado directamente por el emperador.

Confucio le dijo a Wang seriamente: "Cualquier persona que actúa en contra de la voluntad de los dioses no servirá de nada, aunque sus oraciones sean diligentes".

Confucio dijo: "Una persona disciplinada que sigue las reglas del trabajo decente."No halagaría al Dios A, ni halagaría al Dios Zao".

Confucio cayó un día gravemente enfermo. El discípulo Zi Lu, cuidó de él durante un mes sin abandonar su cama. Zi Lu se preocupaba mucho porque Confucio fue perdiendo peso y no mostró signos de mejoría. En su opinión, lo único que quedaba por hacer era rezar a los dioses porque nadie más podría salvar la vida de su maestro.

Por lo tanto, Zi Lu pidió permiso a Confucio para rezar por él. Confucio le preguntó: "¿Existe un principio de que los pacientes pueden recuperarse pidiendoselo a los dioses?"

Zi Lu dijo: "Sí, 'rezo a los dioses por usted', es citado en el antiguo libro de la sabiduría de Zhou Li". Confucio dijo, "Entonces no necesitas rezar por mí ya que rezo por mí desde hace tiempo".

Viendo a Zi Lu confundido, Confucio dijo: "Una verdadera oración proviene de un corazón puro y cumple los principios del cielo. Es decir, tenemos que respetar y obedecer los principios del cielo sin romperlos. Es por eso que dije que rezaba desde hace tiempo".

Al día siguiente, Confucio se recuperó milagrosamente de su enfermedad.