Últimamente, en el trabajo, cuando compartía tareas con mi compañera, cometí sucesivos errores que no deberían ocurrir ni tampoco imaginaba que pudieran ocurrir. Por eso, constantemente, ella me echaba la culpa por mi descuido y desconcentración. Frecuentemente reflexiono sobre mis errores, en realidad ya había sido bastante cuidadoso, ¿cómo pueden surgir errores tan inimaginables?
Me di cuenta de que la actitud de ella era un reflejo para verme a mí mismo. Igualmente tengo ese mismo concepto, ya formado hasta dentro de los huesos, de que cuando alguien comete un error o no es capaz de hacer alguna cosa, siempre lo juzgo con los principios que yo creo correctos, así, frecuentemente, culpo y mal interpreto a los demás. Yo creo que es debido a eso.
Me di cuenta de que la actitud de ella era un reflejo para verme a mí mismo. Igualmente tengo ese mismo concepto, ya formado hasta dentro de los huesos, de que cuando alguien comete un error o no es capaz de hacer alguna cosa, siempre lo juzgo con los principios que yo creo correctos, así, frecuentemente, culpo y mal interpreto a los demás. Yo creo que es debido a eso.
En la vida, en los estudios o en el trabajo, cualquier cosa que ocurre, no importa cómo de despreciable sea, está relacionada con la práctica de cultivación. Para poder comprender bondadosamente a los demás y englobar a los demás genuinamente, debemos cultivarnos desde las cosas más despreciables de la vida cotidiana.
versión en inglés disponible en: http://www.pureinsight.org/pi/articles/2003/9/1/1813.html
versión en chino disponible en: http://www.zhengjian.org/zj/articles/2003/8/14/22981.html
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