Shi Kuang (572 - 532 a.C.), fue un maestro de música ciego que vivió en el reino de Jin durante el Período de Primavera y Otoño (770 - 476 a.C.). A pesar de su dificultad, Shi fue excepcional en la interpretación del Zheng (también conocido como guzheng), un instrumento musical chino de siete cuerdas de la familia de la cítara. Creía que la música puede influir en el ascenso o en la caída de un Estado
Shi Kuang, la deidad de la música de la antigua China. (ilustrado por Zona Yeh/La Gran Época) |
En el aquel tiempo se decía que su ejecución virtuosa podía hacer que los caballos que estaban comiendo, tomasen una excursión a la música, y que las aves bajan con comida cayendo de sus picos. También se decía que podía profetizar la buena o mala fortuna al escuchar una pieza musical.
Shi Kuang creía que la música puede influir en el ascenso o caída de un Estado. La buena música, en su opinión, se ajusta a las reglas naturales del universo, y con ella el rey y su pueblo pueden ser animados a la moralidad y a la etiqueta. Las personas deben cultivar su "de" (virtud) para coincidir con la música sagrada, en tanto, la paz y felicidad se quedarán en el Estado cuando un buen código de conducta sea seguido, mientras que la música oscura y decadente conduciría a la caída del Estado.
El rey de Jin una vez insistió a que Shi Kuang tocara algunas canciones sagradas para él, incluso después que fue advertido que este tipo de música era sólo para un rey que posee una gran virtud. La primera canción que tocó a regañadientes atrajo hermosas grullas -un presagio agradable en ese entonces- que volaron por el patio y bailaron con la melodía. Esto sorprendió a todos, y el rey le ordenó tocar una pieza más elevada a pesar de sus protestas. Tan pronto como empezó la canción, aparecieron nubes oscuras y, de repente, una fuerte tormenta arrancó las tejas del techo. El rey huyó en pánico y el tiempo se despejó después que Shi Kuang detuvo la canción. A partir de entonces, la gente lo admiró más y mostró un mayor respeto hacia la música noble.
Además de su talento musical, Shi Kuang aconsejaba el rey con sabiduría y valentía en una gran cantidad de asuntos políticos, y su visión sobre la música también se reflejó en su extraordinario punto de vista político.
Cuando el rey expresó simpatía por su ceguera, Shi Kuang respondió que había cinco tipos de cegueras peores que su sufrimiento. Una es cuando un rey es ciego a la injusticia, ciego a la competencia de sus oficiales, ciego a quienes son justos; cuando comienza guerras sin sentido y cuando es ciego al bienestar de sus súbditos. Dicho Estado estaría condenado a caer y la gente sufriría más. Conmovido por las palabras de Shi Kang, el rey decidió ser más diligente en los asuntos del Estado y gobernar por medio de la virtud.
Sin embargo, cuando el rey se hizo viejo empezó a disfrutar de un estilo de vida lujoso mientras hacía la vista gorda ante el sufrimiento de su pueblo o ignoraba un buen consejo, por lo que Shi Kuang decidió no tocar más para él. Es más, se suicidó con su instrumento musical frente del rey con la esperanza de despertar la conciencia del rey, pero no tuvo resultados. El Estado fue en declive y finalmente colapsó.
Siendo una persona ciega, se creen que sus logros en la música y su clara visión de la política estaban estrechamente vinculados a su cultivación de "explorar la conexión entre el universo y los derechos humanos; la comprensión de los cambios en el pasado y en la actualidad".
A través de las leyendas, Shi Kuang se convirtió en la deidad a cargo de la música y el patrono de los adivinos ciegos.
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