(Tan Ming/Secretos de China) |
Un diálogo entre un eminente monje de un antiguo templo budista y un ateo.
El eminente monje: Benefactor, ¿cuál es la cosa en este mundo en la que no crees firmemente?
El ateo: Yo creo en ver para creer, si no veo no creo.
El eminente monje: Oh Benefactor, eres muy honesto. Sin embargo, has observado que hay un gran palacio, que está adornado con plantas y oro, a cien metros delante de ti, cuando la noche llega, la oscuridad cubre vuestros ojos, y no ves el palacio ¿quiere decir que el gran palacio no existe?
El ateo: Por supuesto que existe, simplemente está cubierto por la oscuridad.
El eminente monje: Entonces, ¿qué es la oscuridad?
El ateo: ehh bueno...
El eminente monje: ¿en la noche tú crees en la oscuridad? ¿En el día tú crees en la luz del día?
El ateo: ehh bueno...
El eminente monje: Benefactor, en efecto tú no puedes ver las cosas que no puedes ver, el gran palacio esta todavía aquí, solamente tu psicología y tu inteligencia son recubiertas por la oscuridad, y por lo tanto el gran palacio ha desaparecido en tu corazón.
El ateo: (el ateo juntas las palmas en señal de veneración), quisiera que me explicaras, venerable monje.
El eminente monje: Todas las cosas que confunden vuestro corazón son como la oscuridad. Los millares de cosas en el mundo son como los granos de arena incontables, los ve o no, los sientes o no, ellos están ahí, si estás sentado en un pozo para ver el cielo, es difícil comprender la infinidad del universo.
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