“Testigos personales para la historia”: Escenas inspiradoras

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Me agradaría compartir con ustedes un par de las muchas experiencias que he tenido durante los pocos últimos años.

Apelando al Gobierno
Un día antes del 20 de julio, en el verano de 1999, miles de practicantes de Falun Gong estuvieron apelando en las aceras frente a una oficina local del gobierno al sur de China. Calladamente estuvieron esperando que asomara algún representante de la Oficina de Apelaciones, para apelar, pero después de dos horas de espera, lo que a ellos se les ofreció fueron varios cientos de oficiales armados de la policía y más de una docena de vehículos de policía.

Los oficiales armados bloquearon ambos extremos de la calle, sin permitir que cruzara ningún peatón o vehículo. Los oficiales se mantuvieron en dos filas, con solo pocos pies de distancia entre ellos. Luego con crueles expresiones se dirigieron a los practicantes de Falun Gong. Ellos llevaban puestos cascos de metal y llevaban bastones eléctricos. La atmósfera era muy tensa.

Entre tanto, en contraste con el cruel e inhóspito trato de la policía, los practicantes se mantuvieron pacíficos y callados. Los practicantes más jóvenes de Falun Gong se mantuvieron frente a las filas, permitiendo a niños, ancianos y mujeres permanecer tras de ellos. Algunos ancianos sostenían la mano de sus nietos y algunas mujeres llevaban a espaldas a sus pequeños hijos. Algunos leían Zhuan Falun y otros recitaban poemas de Hong Yin.

De pronto los altavoces de los carros de policía comenzaron a vociferar. “¡Quiénes estén dispuestos a abandonar a sus compañeros practicantes están libres de irse!” Pasó un minuto, pasaron dos, pasó media hora, pero nadie abandonó el lugar. Nadie, ni siquiera esos practicantes que todavía llegaban, incluso los espectadores de afuera de la demarcación no se movieron para nada. Eso fue como si el tiempo y el espacio se hubieran congelado. La escena era tan silenciosa y solemne.

Practicando los ejercicios de Falun Gong
En el verano después del 20 de julio de 1999, una mujer de entre cuatro a cinco meses de embarazo, desde una ciudad del sur de China, fue a Beijing a pie para apelar ante el Gobierno Central. En el calor del verano, caminó a través de medio territorio chino, confrontando muchos apuros en el camino. Después cuando regresaba de Beijing, nació su bebé antes de tiempo. Pronto después del nacimiento de su niño, nuevamente salió para esclarecer la verdad acerca de Falun Gong, participando en un evento de ejercicios a gran escala, en un parque en el que participaron más de cien practicantes de Falun Gong.

Durante la segunda hora, cuando hacían el segundo ejercicio de pie, llegó la policía. Les obligaron a los practicantes a entrar en sus carros patrullas. Pero esta joven madre no cedió para nada, ella permaneció de pie bajo un gran árbol de higo. Una docena de policías se mantuvieron de pie junto a ella, dos de ellos trataron de forzarle a bajar sus brazos. No importaba cuantas veces ni cuan duro trataban de presionarle hacia abajo, ella de nuevo los subía. La policía se sorprendió de su determinación y no pudo hacer nada más que retirarse y mantenerse sorprendidos mientras ella continuaba con sus brazos en la posición de estaca parada. Se mantuvo tan inmóvil como una escultura de jade. De pronto los practicantes que fueron llevados a la más de docena de carros patrullas de la policía comenzaron a gritar: “¡Dejen de arrestar a la gente! ¡Falun Dafa es bueno!” Sus voces parecían alcanzar cielos y tierra.

Traducido en Carolina del Norte, EE.UU.

Versión en inglés disponible en: http://www.clearharmony.net/articles/200311/15951.html

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