Mis compañeros de práctica son muy bellos

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Me gustaría compartir con ustedes un bonito recuerdo. Con un grupo de practicantes locales tuvimos el privilegio de tener al Maestro entre nosotros para enseñarnos. Durante un corto momento de silencio, mientras que el Maestro iba a acabar la conferencia de la Ley [Ley y Principios de la Escuela de Buda], advertí de repente que la apariencia de las practicantes que se encontraba en la primera fila había cambiado milagrosamente. Asombrado, eché de nuevo una mirada hacia ellas (estoy seguro que no era una visión de otra dimensión, porque mi tercer ojo está sellado). Descubrí que su apariencia realmente había cambiado. Se habían vuelto tan bellas que no había ninguna palabra humana para describirlo. Ningún trabajo de maquillaje de este mundo humano podría cumplir una transformación tan increíble.

De donde me encontraba sólo podía ver a estas practicantes de la primera fila. Sin embargo, presumo que la apariencia de todos los practicantes que asistían a la conferencia tuvieron de sufrir el mismo género de transformación. Verdaderamente es una pena que no sepa pintar y que no tuviera una cámara conmigo para filmar. Porque por fin, después de haber atravesado tribulaciones enormes, peligros, desafíos y haberse reencarnado innumerables veces, finalmente tuvimos esta ocasión que llega sólo una vez en un millón de años de encontrar al Maestro y de verlo de cerca. Era como si su apariencia humana temporalmente hubiera sido reemplazada por la de un Buda, emitiendo una radiación divina.

¡Durante todo este tiempo jamás me había dado cuenta que mis compañeros de práctica eran tan bellos!

Hace mucho tiempo nos arrodillamos a jurar ante el Maestro. Le prometimos al Maestro que arriesgaríamos nuestra vida descendiendo al mundo humano, que superaríamos las encarnaciones y samsaras sin fin y que tomaríamos el riesgo de estar contaminados por el karma, los apegos y la degeneración con el fin único de ayudar al Maestro en la rectificación de la Ley y de ofrecer a los seres vivos la salvación del Maestro en el momento más crítico que conoce el universo. No vinimos aquí sólo con el fin de cultivarnos y de quitarnos de nuestros apegos personales. Después de todo, al lado de nuestras aspiraciones y compromisos magníficos, nuestros apegos terrestres no son nada en absoluto. Estos apegos humanos pueden desaparecer tan rápidamente como la transformación de la apariencia de mis compañeros de práctica. Nadamos en ilusiones demoníacas cuando no logramos ser insensibles a los apegos de nuestros compañeros de práctica. También, mientras debamos dar prioridad a nuestra misión de prestar asistencia al Maestro en la rectificación de la Ley, deberíamos sin cesar asimilarnos a los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia y cultivarnos con nuestra conciencia principal. El proceso de quitarse nuestros apegos puede ser un desafío difícil. Pero observé que nos volvíamos cada vez más tolerantes con los apegos de nuestros compañeros mientras somos sinceros y exigentes con nuestra propia cultivación.

Estoy cada vez más convencido que cuando una persona se vuelve infinitamente compasiva en su medio ambiente, todos los elementos egoístas y degenerados son rectificados. Así descubrí que cuando me vuelvo más compasivo, me vuelvo más tolerante y generoso y mis pensamientos rectos se vuelven más poderosos cuando elimino la perversidad en otras dimensiones. Es un principio que la gente común no puede comprender. Por muy buena que pueda ser una persona común, siempre tiene un poco de egoísmo. Hasta los practicantes antiguos habrían sido incapaces de comprender nuestra “cultivación-práctica” cuyo último fin es el de “obtener la honrada Iluminación de desinterés y altruismo” (sacado de “La naturaleza Buda no tiene ningún punto débil” en Escrituras Esenciales para Mayor Avance) (trad. oficial). Habría sido difícil para estos practicantes comprender los principios que los practicantes de Falun Gong ponen en práctica como no interesarse por su éxito personal en la vida. Como personas forjadas por el Maestro y Dafa, pienso que manifestamos un gran nivel de compasión, de altruismo y de bondad que nunca se pudo ver y no se verá nunca más con los practicantes del futuro. ¡Inmensamente estoy agradecido que seamos los discípulos del Señor Buda y creo que seremos los discípulos del Señor Buda para la eternidad!

Volverse cada vez más consciente de los méritos de otros y de nuestras propias debilidades, es el tipo de progreso que da miedo a la perversidad y a las fuerzas antiguas, pero por otro lado es lo que hace más feliz a nuestro Maestro. La perversidad amenaza en la sombra, esperando la ocasión de utilizar nuestra falta de unidad o de diligencia. Pero una compasión profunda nos libró de arreglos de las fuerzas antiguas. Somos cada vez más resistentes a las interferencias de las fuerzas antiguas. ¡Además, nosotros controlamos mejor nuestras capacidades y en lo sucesivo nos permitimos seguir nuestro viaje con un espíritu libre y ligero!

Estoy cada vez más convencido que la compasión es realmente poderosa y que si verdaderamente creo en el Maestro deberé cultivar mis cualidades de corazón.


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