Durante mi estancia en los Estados Unidos, descubrí numerosos apegos pero lo que más importa para mí es que pude abandonarlos.
Lo que buscaba antes con apego y que no podía obtener u obtenía con dificultades, directamente vino cuando tenía un estado desinteresado y cuando apreciaba cada cosa, buena o mala, con tranquilidad.
Por ejemplo, una vez llegué al aeropuerto de Washington, yo no podía tomar un taxi demasiado caro y busqué, pues, un autobús. Antes habría buscado por todas partes a alguien para ayudarme. Yendo a una agencia de cambio del aeropuerto para tener dólares, sin que yo se lo pidiera, el taquillero agarró la iniciativa de ayudarme y hasta llamó al practicante de contacto en Washington y anotó todas las informaciones sobre un papel para mí. Se lo agradecí y le di un folleto, me dijo que apreciaba que cambiara mis euros con él. Me dio el tipo de cambio que no era muy interesante, él comprendió que esto no era muy ventajoso y entendió que yo no cambiara mi dinero en su oficina.
Otro ejemplo: mientras estuve alojado con practicantes de Washington, Jerry me preguntó qué quería hacer el día siguiente como actividad. Hice un movimiento de pedal con mis manos, refiriéndome al trayecto en bicicleta por la paz con niños practicantes que habían llegado de Vancouver. Antes yo habría pensado mucho en participar en esto sin decirlo explícitamente y habría buscado una bicicleta para participar.
El día señalado, un practicante afirmó que no había bastantes bicicletas para toda la gente. Mi apego se manifestó y me dije que haría falta que estuviera listo entre los primeros. Observando este pensamiento, lo abandoné sonriendo. Éramos aproximadamente diez que fuimos con dos coches y 4 bicicletas. El curso de las cosas me colocó en el coche que no transportaba bicicletas.
Llegado hasta el punto de salida del trayecto en bicicleta, el otro coche con las bicicletas todavía no estaba allí, esperando encontré a otros practicantes franceses. Luego los practicantes del otro coche llegaron trayendo las bicicletas pero estaban arriba, analicé la situación y observé que no había bicicletas disponibles. Esto me hizo sonreír, me decía: “Lo que no te es destinado, no lo tendrás”, luego el coordinador incitó a los practicantes sin bicicleta a que se reunieran en un emplazamiento y dijo que ellos intentarían proveer bicicletas a todos los que no las tenían. Antes me habría ido de allí pensando hacer bien pero esta vez decidí quedarme en el mismo lugar. Estaba tranquilo y contento de estar allí y en este momento Jerry me golpeteó el brazo alargándome una bicicleta. Vacilé un momento pensando en la historia del practicante en Zhuan Falun que negó el apartamento. Jerry vio mi pensamiento y me dio a entender sin hablar que tenía otra cosa que hacer. He aquí cómo participé en la Vuelta en Bicicleta por Falun Gong.
Fue una nueva experiencia, la gente nos saludaba en la calle y estuve sorprendido por las jóvenes practicantes de menos de 11 años que subían las pendientes fácilmente con la sonrisa. Cuando llegamos delante de la embajada de China, los niños habían escrito cartas que querían depositar pero la embajada cerró las puertas. El coordinador encontró un altavoz y los niños finalmente pudieron leer sus cartas, viví este instante como un momento sagrado.
Muchas oportunidades me vinieron cuando podía tener este estado de no intención y de calma interior.
Si usted ve cosas que no son justas, gracias por tener la benevolencia de corregirlas.
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