Dos mujeres relatan al vicepresidente del Congreso los malos tratos sufridos en campos de trabajo por su pertenencia a Falungong
MADRID, 19 Oct. (EUROPA PRESS)
Los representantes de la práctica religiosa Falungong se reunieron hoy con el vicepresidente primero del Congreso de los Diputados, Gabriel Cisneros, con el objetivo de conseguir la condena de la Cámara Baja a las persecuciones de que son objeto sus seguidores en China, según informó a Europa Press el representante legal de Falungong en España, Carlos Iglesias, quien añadió que Cisneros se comprometió a llevar el caso ante el Congreso, ya sea en forma de iniciativa parlamentaria o de interpelación.
Según Iglesias, durante la conversación se informó de "este genocidio que afecta a más de cien millones de familias", desde que comenzaron, hace cinco años, las persecuciones por orden del entonces presidente de China, Jiang Zemin. Asimismo, aseguró que en estos años se han registrado oficialmente 1.060 personas asesinadas --una cifra que de hecho, aseguró, "podría superar los 5.000"-- y se ha encerrado a medio millón de personas en campos de trabajo en los que "elaboran productos que se distribuyen en China y fuera de China y que reportan beneficios económicos al país, lo que hace más perniciosa todavía la situación".
Al respecto, destacó Carlos Iglesias, Gabriel Cisneros mostró "mucho interés y a nivel personal comprendió el dolor de las víctimas, porque él mismo fue víctima de un atentado de ETA", añadió.
Durante la reunión con Cisneros estuvieron presentes dos ciudadanas chinas que permanecieron encarceladas en campos de trabajo, una de ellas hasta fechas muy recientes, por practicar el Falungong, y que relataron a Europa Press su experiencia tal como la habían expuesto previamente al vicepresidente del Congreso. Se trata de Chen Ying, quien estuvo recluida un año en un campo de trabajo, y de Xiong Wei, que fue liberada el pasado mes de enero tras permanecer dos años encarcelada.
CHEN YING
Chen Ying ingresó en Falungong en 1996, cuando residía en Francia. En 1999 regresó a China para una visita familiar, tras lo cual fue detenida en tres ocasiones seguidas "sin ningún proceso legal", según explicó. La primera detención le supuso pasar un mes en un centro de detención y durante la segunda, bajo la acusación de "asociación ilegal", fue encerrada junto a presos comunes. "La Policía obligó a cinco presos a golpearme en el suelo, encima de mí. Perdí la conciencia y sufrí moratones en todo el cuerpo", explicó.
Chen permaneció encerrada en un campo de trabajo de Xin'an, en Beijing, entre noviembre de 2000 y noviembre de 2001, en el que se encontró hasta un centenar de miembros de Falungong. En ese periodo trabajó en tareas tan variadas como el empaquetado de cigarrillos, tejido de suéteres o de guantes de lana o elaboración de colchonetas para tazas de té. "Trabajaba duramente 16 horas al día, mientras me sometían a un cursillo de lavado de cerebro", explicó. "Me hacían leer periódicos y ver la televisión, donde continuamente se difundían informaciones que difamaban a Falungong", añadió.
En protesta por sus condiciones de reclusión, se declaró en huelga de hambre, tras lo cual los policías la esposaron en una verja de la ventana y le inyectaron sustancias que le produjeron "un sufrimiento tal que pensaba que iba a morir".
En el campo de trabajo sufría una represión "tanto física como psíquica" e incluso se llegó a obligar a algunos miembros de Falungong a golpear a otros. "Personas que originariamente no eran violentas eran obligadas a pegar a otras", explicó.
En esas condiciones, "había dos opciones: la muerte física si no renunciabas o la muerte espiritual si renunciabas a tus creencias", afirmó. "Si querías seguir vivo, la único que podías hacer era distorsionar tu conciencia, tu dignidad como ser humano, tus creencias. Esta sensación es peor que la muerte", recordó.
XIONG WEI
Xiong Wei, de 34 años, vivió durante ocho años en Alemania, donde estudió ingeniería en maquinaria. En 1996 ingresó en Falungong y en 2000 regresó a su país para trabajar. Una vez en China, fue detenida y encerrada en un centro de detención en el que permaneció durante seis horas en una jaula, sin comer, ni beber ni poder ir al servicio. Posteriormente fue trasladada a un centro de detención, en el que permaneció dos meses y medio en condiciones, aseguró, durísimas.
"Estuve 14 días en una celda pequeña junto con otras 20 personas", recordó. "Había un solo cepillo de dientes para los 20, y comíamos un cocido chino lleno de toda clase de bichos", prosiguió. "La gente dormía con las piernas entrelazadas, unos con otros, a causa del poco espacio", añadió.
Xiong sufrió otra serie de malos tratos en el centro, como cuando cuatro policías le obligaron a renunciar por escrito a Falungong y ella se negó. "Me pusieron inclinada, con la barbilla pegada a las rodillas y los brazos echados hacia atrás. Sentía que la cabeza me iba a explotar y que los ojos se me salían. Cuando no aguantaba la postura, me pegaban", explicó.
En marzo de 2002, fue trasladada a un Centro de Reparto de Presos, en el que había sido condenada, sin previo juicio, a dos años de trabajos forzados. En el centro se le obligaba a trabajar desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche. "Nos obligaban a dejar todo el trabajo del día hecho. He visto a ancianas trabajar por ese motivo hasta las dos de la madrugada", relató.
Xiong Wei se vio relativamente beneficiada por su presencia anterior en Alemania, ya que su caso creó gran repercusión en este país, hasta el extremo de que el canciller Gerhard Schroeder y seis diputados llegaron a escribir personalmente al Gobierno chino para defender su situación. Uno de los resultados de esa presión fue que el trato para con ella fue menos duro que para el resto de miembros de Falungong.
"Me aplicaban torturas muy astutas, sin descargas eléctricas ni golpes, como les hacían al resto, para no dejar cicatrices" que sirvieran posteriormente de evidencia. "A cambio, me obligaban a trabajar diez veces más que el resto", añadió.
En el campo de trabajo, Xiong fue testigo de todo tipo de malos tratos y abusos contra otros presos, como las de varios miembros de Falungong que permanecieron atados en camas en forma de cruz hasta 20 días seguidos, o la de una joven de 20 años, Li Yuan Zheng, que tras gritar en favor de Falungong, fue encerrada en una celda junto a ocho presos comunes que la golpearon y le dejaron tales secuelas que tuvo que permanecer 20 días en cama para recuperarse.
Xiong Wei salió del campo de trabajo el 4 de enero de 2004 gracias a la presión internacional, que aunque no evitó que cumpliera sus dos años de condena sí evitó que se la prolongaran, "como suelen hacer con los que no renuncian a Falungong".
LA PERSECUCION DE JIANG ZEMIN
Según Chen Ying, la persecución a Falungong comenzó por iniciativa del anterior presidente, Jiang Zemin, quien sentía especial preocupación por un grupo que, con sus entre 70 y 100 millones de practicantes, tenía más afiliados que el propio Partido Comunista.
"Jiang no era muy popular, ya que había subido al poder tras la matanza de estudiantes de Tiananmen, por eso tenía unos celos enormes de la popularidad de Falungong", explicó. En este sentido, Xiong Wei recuerda que Falungong llegó a "ser apoyada e incluso premiada por el Gobierno por sus aportes a la salud y a la moralidad", antes de que comenzaran las persecuciones.
No obstante, Carlos Iglesias advirtió de que la salida de Jiang Zemin de la Presidencia del país no ha mejorado la situación. "Sigue exactamente igual, cada día se registra un goteo de muertes", señaló. "Se ha informado en los últimos tiempos de más muertos de practicantes de Falungong”, añadió.
http://www.europapress.es/europa2003/noticia.aspx?cod=20041019173354&tabID=1
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