Nuestras actividades de clarificación de la verdad deben adaptársele cada vez más al mundo, a la gente. Debemos agregarnos a la gente y utilizar con sabiduría aproximaciones diversas en el mundo humano. Sin embargo en nuestros corazones, debemos trascender el mundo y no volvernos atados a los cambios de partidos políticos, de organizaciones, de poder, o de situaciones políticas. Tomamos en consideración sólo el corazón de la gente, con el sólo pensamiento de ofrecer la salvación a los seres sensibles.
Es como con un árbol. Es sólo cuando las raíces son profundas que las hojas son abundantes. Con el fin de salvar más seres, debemos estudiar mejor la Ley y reforzar más nuestra propia cultivación.
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