Cultura tradicional: ¿Alcanzamos verdaderamente la tolerancia y la generosidad de espíritu?

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¿Alcanzamos verdaderamente la tolerancia y la magnanimidad?

En la Dinastía Song, Su Shi trabajaba como funcionario en la región de Guazhou al lado norte del río, frente al Templo Jinshan, que estaba en la otra orilla del río. Su Shi discutía a menudo con el abad del Templo Jinshan, el Maestro Foyin, a propósito del Zen y el Tao.

Un día, Su Shi sintió que había hecho un gran progreso en su cultivación del Zen y tomó inmediatamente su pluma para escribir un poema sobre ello. Luego, envió a sus servidores a alquilar un barco para atravesar el río y llevar su poema al Maestro Foyin. El poema decía: «Saludo al cielo en el cielo y a la luz brillante que brilla en el mundo, los ocho vientos no pueden emocionarme y ocupo un escaño solemnemente en la flor morada y dorada de loto» ("los ocho vientos" se refieren a los ocho tipos de circunstancias, tales como los intereses, los antojos, la difamación, la elogia, el ridículo, las pruebas y la felicidad).

Después de que el Maestro Foyin leyera el poema, tomó su pincel, escribió una palabra en el dorso del poema y pidió al servidor de Sr. Su que se lo entregara.

El Sr. Su, pensando que el Maestro Foyin elogiaría su estado espiritual, su comprensión del Zen y su cultivación, abrió el papel celosamente, pero sólo leyó una palabra: “¡Flatulencia!”

Su Shi quedó tan conmocionado que su cara se volvió azul e inmediatamente alquiló un barco para atravesar el río e ir al otro lado a discutir con el Maestro Foyin. Cuando llegó a la orilla opuesta, vio que la puerta del templo del Maestro Foyin estaba fuertemente cerrada. Supuso que el Maestro Foyin tenía que estar asustado. Cuando se acercó a la puerta cerrada del templo, sólo vio una pequeña nota que decía: « ¿No dijiste que no podían emocionarte los ocho vientos? ¿Por qué saltaste para atravesar el río con flatulencia en el viento?»

Su Shi sintió tanta vergüenza que inmediatamente volvió las espaldas, subió al barco con cara sombría y volvió a su casa en silencio.

¿No actuamos a menudo como él? ¡Hagamos lo que hagamos, queremos oír las alabanzas de los demás y estamos a menudo satisfechos de nosotros mismos por realizarlo! ¡Cuando los demás nos señalan, quedamos conmocionados y lo objetamos instintivamente!

Todos queremos oír que somos tolerantes y magnánimos. Mirando hacia atrás, ¿esto es algo que verdaderamente cumplimos?

Los problemas de los demás vienen de nuestros propios corazones

Su Shi en la dinastía Song y el abad del Templo Jinshan, el Maestro Foyin, discutían a menudo juntos sobre el Zen y el Tao. Un día, se sentaron uno frente a otro en meditación. Después de que Su Shi hubiera acabado su meditación, vio al Maestro Foyin sentado muy derecho vistiendo una sotana y no puede abstenerse de reírse.

El Maestro Foyin le preguntó por qué se reía. Su Shi dijo: «Mire usted. Está aquí sentado como un montón de boñiga de vaca», luego se echó a reír. El Maestro Foyin se rió con él.
Su Shi le preguntó entonces: " ¿A que piensa usted que me parezco?"

Foyin dijo inmediatamente: "¡ Usted está sentado aquí muy derecho con compasión en su cara, pareciendo un Buda!»

Shu Shi quedó extremadamente contento y cuando volvió a su casa, le contó exaltado todo esto a su hermana, Su Xiaomei.

Xiaomei miró a su hermano complacientemente y le dijo: “Piensa que eres como un Buda porque tiene Buda en su espíritu y ve a todo el mundo como un Buda. ¡Piensas que se parece a una boñiga de vaca porque en tu espíritu sólo hay boñiga de vaca!»

Cuándo pienso en las acusaciones entre nuestros practicantes ¿no están en una situación similar? ¡Encontramos que la gente alrededor nuestro tiene problemas y todo el mundo está descontento, entonces continuamos cada día quejándonos! ¿No es esto similar a lo que Su Shi vio en el Maestro Foyin?

Cuando tenemos conflictos con los demás, ¿están causados por la boñiga de vaca en nuestros corazones? Si tenemos corazones puros y compasivos, ¿todavía pensaremos en los demás como boñigas de vaca? Sucede que en numerosas ocasiones, los problemas de los demás vienen de nuestros propios corazones.

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