Gordon Brown había sin embargo pedido a Beijing que dieran prueba de clemencia en contra de Akmal Shaikh, insistiendo que él padecía de trastornos mentales. Las autoridades chinas no han querido saber nada y ejecutaron al residente británico por la mañana del 29 de diciembre de 2009. Consiguientemente la Unión Europea condenó con fuerza esta ejecución y exhortó que China aboliese la pena de muerte.
A pesar de las numerosas protestas internacionales, China ejecutó el martes por la mañana al residente británico Akmal Shaikh por inyección letal. Le acusaron de tráfico de drogas sobre el territorio chino. Su familia había pedido a Beijing que hubieran prueba de clemencia, insistiendo que sufría de trastornos mentales. Durante el pleito, nunca hicieron una evaluación de la salud mental del condenado.
El Primer Ministro británico, Gordon Brown, condenó hoy esta ejecución con palabras muy firmes. Se dijo "escandalizado y decepcionado que las demandas persistentes de clemencia no hubiesen sido satisfechas." A estas acusaciones, el régimen chino respondió que tiene la soberanía en su país y que ningún otro Estado no puede inmiscuirse en sus asuntos interiores. La Unión Europea, por su lado, recordó que uno puede aceptar el principio de soberanía propia a cada país, pero que, al mismo tiempo, uno debe defender los valores de los derechos humanos, en cualquier sitio del mundo y país que sean.
Por rechazar las demandas repetidas de Gordon Brown y de la comunidad internacional, China demostró otra vez la prueba de su intransigencia, en el mantenimiento de relaciones diplomáticas buenas, con los otros países.
Según la ONG Amnistía Internacional, China procede cada año a más ejecuciones que todos los otros países del mundo juntos, pero el número exacto sigue siendo un secreto de Estado. Se puede ver una paradoja más del régimen chino cuando se afrontan esas dos voluntades contradictorias: por un lado la voluntad de mostrar tanto a un nivel internacional como interior una China que asume completamente su política y sus elecciones, y por otro lado su voluntad de siempre esconder y ocultar las cifras verdaderas de su política relativa a la pena de muerte.
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