Wencheng de la dinastía Tang: la princesa más amada en el Tíbet

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Incluso hasta hoy es consultada y adorada como la diosa de la misericordia en el budismo tibetano

La princesa Wencheng es recibida por el rey Songtsen Gampo del Tibet. (Jane Ku/La Gran Época)

En la historia china, el establecimiento de lazos matrimoniales con otros estados ha sido una práctica estratégica para mantener la paz entre las naciones desde la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.). El matrimonio entre la princesa Wencheng con Songtsen Gampo (Zanpu o rey del Tíbet) durante el reinado del emperador Taizong de la dinastía Tang demostró ser uno de los ejemplos más exitosos.

En el año 632, Songtsan Gampo, un talentoso joven rey tibetano reunificó el Tíbet y se convirtió en un héroe nacional. No obstante, su mayor hazaña militar hacia China, no tuvo éxito.

Concibiendo a China como el país más poderoso y próspero en el mundo, gobernado por el emperador Taizong, el rey tibetano decidió cortejar a una princesa china una vez más, después de haber sido rechazado la primera vez, para llevar a su reino la cultura china en pleno apogeo, en ese entonces. Según historias tibetanas, estaba totalmente dedicado a consolidar su reino, por lo que envió a su canciller más sagaz como su embajador con cien piezas del tesoro y más de cien guardias de élite en su nombre a Chang'an (capital de la dinastía Tang) para proponerle matrimonio.

La princesa Wencheng era muy conocida por su belleza, inteligencia y elegancia, así que había una docena de embajadores de otros reinos próximos a Chang'an con la misma finalidad que los enviados por el tibetano. Para jugar limpio, el emperador Taizong decidió celebrar un concurso con cinco enigmas prácticos (o seis según las historias tibetanas), y declaró que la propuesta de matrimonio sería aceptada de cualquier monarca cuyo embajador pudiera resolverlos primero.

Según las historias tibetanas, la primera prueba era pasar un hilo de seda a través de un sinuoso túnel en una perla. El embajador tibetano aplicó miel al final del túnel, y luego ató el hilo de seda a una hormiga y la puso en el túnel con un golpe suave. La hormiga siguió el olor de la miel y fue pasando por el túnel con el hilo atado a ella.

El segundo enigma era vincular cien caballos con sus madres, respectivamente. El enviado tibetano separó las yeguas de los potros, y cortó la alimentación y el agua de los potros por un día. En el segundo día se pusieron potros y yeguas juntos de nuevo. Los potros hambrientos corrieron hacia su madre para la lactancia, por lo que sus relaciones madre-hijo fueron reconocidas fácilmente.

El perspicaz enviado tibetano resolvió todos los enigmas hasta el último de ellos, en el cual debía identificar a la princesa Wencheng entre cien bellezas. Ninguno de los embajadores había visto la princesa Wencheng antes, pero el astuto tibetano había reunido información de una señora que se encontró, la cual una vez sirvió a la princesa y era capaz de reconocerla eventualmente entre el grupo.

El emperador Taizong estaba tan impresionado por este embajador tibetano que le ofreció un cargo oficial en la dinastía Tang, pero fue rechazado suavemente por el enviado real. El emperador estaba todavía muy complacido y dijo, "teniendo un asistente tan inteligente y leal a su servicio, ¡su rey debe ser un sabio!"
Como seguidora del budismo, la princesa Wencheng quería saber que su matrimonio contribuirá a la paz entre el Tíbet y la dinastía Tang. Preguntó al emperador Taizong si le permitía llevar con ella una preciosa estatua de Buda para promover el budismo en el Tíbet para hacer un Estado más amable, tolerante y amante de la paz. Por otra parte, además de oro, joyas y muebles finos que el emperador le dio como dote, la princesa Wencheng pidió especialmente semillas, aperos de labranza, sedas, porcelanas, instrumentos musicales y libros de medicina para introducir las habilidades agrícolas más avanzadas y métodos de cultivo para la cultura nómada que dominaba el Tíbet. Al escuchar esto, el emperador Taizong sonrió con elogios: "Soy muy afortunado que el Rey del Tíbet pueda casarse contigo, llevarás maravillas a todo el Tíbet".

Cuando la princesa Wencheng fue escoltada hacia el Tíbet, Songtsan Gampo condujo a sus tropas a la frontera para recibir a su novia. La boda entre Songtsan Gampo y la princesa Wencheng hizo un profundo impacto entre Tíbet y la dinastía Tang. Se reconoció ampliamente que fue la princesa Wencheng de la dinastía Tang y la princesa Bhrikuti Devi de Nepal, ambas casadas con Songtsan Gampo, quienes introdujeron el budismo en el Tíbet.

El pequeño monasterio Jokhang fue construido específicamente para albergar la estatua de Buda presentada por la princesa Wencheng. Las semillas seleccionadas para el medio ambiente de la meseta del Tíbet florecieron mientras que los artesanos de la dinastía Tang introdujeron métodos agrícolas más avanzados para mejorar las productividades agrícolas en la cultura nómada que dominaba el Tíbet y los artesanos pasaron las habilidades de tejer, la fabricación de papel y tinta al pueblo tibetano. La paz duró mucho tiempo y la ruta de la seda se convirtió en una conexión segura y sólida entre la dinastía Tang y el Tíbet.

Cuando la princesa Wencheng murió en el año 680, Tíbet celebró un gran funeral para la amada princesa, y de la dinastía Tang también enviaron emisarios a llorar al Tíbet. Aparecieron muchos mitos e historias legendarias de la princesa Wencheng y Songtsan Gampo alrededor de Tíbet. Hasta hoy la estatua de la princesa Wencheng que fue construida hace 1.300 años aún es mantenida y adorada en Lhasa. Conocida como Gyasa (esposa de la dinastía Tang de China), la princesa Wencheng es a veces consultada y adorada como la diosa de la misericordia en el budismo tibetano y la celebración de su cumpleaños y el día de su llegada al Tíbet todavía es celebrado por el pueblo del Tíbet.

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