Provincia Hebei: Una mujer a sus sesenta años es alimentada a la fuerza tres veces con excremento humano

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En los últimos años, el campo de trabajos forzados de Gaoyang en la provincia de Hebei, ha tratado de forzar a practicantes de Falun Gong para que renuncien a sus creencias, sometiéndoles a horripilantes torturas. Las torturas infringidas incluyen: privación del sueño por varios días, descargas con 2 a 6 bastones eléctricos simultáneamente, dándoles las descargas a las víctimas mientras beben agua, “trato de cuerdas *” [Esta tortura puede incapacitar los brazos de las víctimas en 15 minutos, por tanto los policías tienen que retirar las cuerdas antes de ese tiempo], alimentación forzada con excremento humano, poniéndoles culebras dentro de la ropa de los practicantes, insertándoles agujas bajo las uñas en los dedos de los practicantes, enterrándoles vivos [las víctimas son liberadas al borde de la muerte por sofocación], rellenando la boca de los practicantes con servilletas sanitarias, e incluso martillando las uñas de los pies de los practicantes.

El campo de trabajos forzados de Gaoyang fundó la brigada femenina en noviembre de 2000. Aunque existe desde hace poco tiempo, su alto porcentaje de forzar a practicantes para que renuncien a su práctica de Falun Dafa, es bien conocida en el país. Frecuentemente, hubo autoridades de campos de trabajos de áreas cercanas que vinieron para aprender las técnicas para destruir a practicantes de Falun Gong y forzarlos a renunciar a su creencia. Muchos practicantes firmes fueron transferidos aquí de otros campos de trabajos de las ciudades de Shijiazhuang, Tangshan y Baoding, para intensificar la persecución contra ellos.

Cerca de veinte practicantes fueron transferidos de la ciudad Shijiazhuang el 8 de abril de 2001. Seis de ellos rehusaron comprometerse con las autoridades. La Srta. Suzhen Cui, de 61años, vivió en el condado de Shenze de la ciudad de Shijianzhuang. Debido a que se puso en huelga de hambre para protestar por la persecución, fue forzada a comer excremento en tres ocasiones, después de eso sufrió de serias diarreas. La policía tuvo que enviarla al hospital del condado de Gaoyang. El doctor de turno se sorprendió cuando encontró lo que había pasado. Él anotó que alimentar a una persona con excremento humano con esas cantidades puede causar la muerte en el 50% de los casos. Después de todo, la policía continuó con sus esfuerzos e intensificó la tortura contra ella. Ellos la golpeaban continuamente, le daban descargas eléctricas, le apretaban los pezones, usaban pinzas para pincharle su piel, y la enterraron en nieve. A pesar de la brutalidad policial ella se mantuvo firme en su creencia hacia Falun Dafa, y jamás cedió ante los verdugos. Otra practicante, la Srta. Hainqin Liu, fue empleada en la asistencia de finanzas de la ciudad de Hendan. Los policías la esposaron y la forzaron a estar en cuclillas por sesenta horas. Entre tanto, los policías frecuentemente le daban descargas eléctricas con bastones eléctricos.

La Srta. Jianxian Song, de 39 años, era una practicante del condado de Qinglong en la ciudad de Chengde. Los policías la torturaron con “cuerdas de amarrar” en catorce diferentes ocasiones. Haber sido torturada con este método, causó que ambos hombros fueran dislocados. Los policías la golpearon y repetidamente le dieron descargas eléctricas con bastones. La Srta. Song estuvo en huelga de hambre por más de un año y medio, y nunca se comprometió con los policías. Finalmente, a comienzos de septiembre de este año, fue dada de alta.

Dos practicantes, la Srta. Yanxiang Xu, y la Srta. Longjuan Jia, fueron transferidas acá desde la ciudad de Shijianzhuang, del campo de trabajos forzados. La Srta. Xu fue del conado de Shen y la Srta. Jia era del condado de Shenze. Ambas fueron seriamente lastimadas por descargas con bastones eléctricos, y los cortes y moretones cubrieron sus cuerpos. La Srta Xu incluso fue torturada con “cuerdas de amarre” por tres veces en la misma noche.

Cuerdas de amarre: Los policías amarran a los practicantes con finas cuerdas, dan vueltas alrededor del cuello y les amarran las manos por detrás de la espalda. Luego la policía usa toda la fuerza que ellos pueden colectar para amarrar la cuerda. La cuerda se aprieta más y más alrededor del cuerpo del practicante, haciéndoles más y más difícil la respiración. El dolor es tan intenso que el practicante a veces pierde el control de su vejiga. Hay casos en que la cuerda es suficientemente apretada como para romper el brazo del practicante.


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