Mi experiencia (Testimonio compartido en la Primera Conferencia de Intercambio de Experiencias de Centro y Sudamérica de Falun Dafa en Buenos Aires, 7 de marzo de 2004)

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Shifu, compañeros practicantes

Hace apenas poco más de un año que me cultivo en Falun Dafa. Sin embargo, siento como si estuviera en este sendero desde hace mucho tiempo. Cuando hice por primera vez la práctica de ejercicios, quedé muy interesado pero lo que buscaba era algo más profundo, y sentía que –aunque en el fondo de mi corazón sabía que sí- aquello nunca lo obtendría en esta vida. Y ello porque mi meta parecía demasiado pretenciosa y disparatada, es decir, conocer mi origen, volver a mi verdadero hogar y alcanzar la inmortalidad en esta misma vida.

Cuando me prestaron unas fotocopias con Zhuan Falun, empecé a leer y no podía creer lo que leía: todo aquello que siempre intuí, creía verdadero y que sabía que en algún lado existiría, finalmente estaba ahora en mis manos. Y no era un libro secreto y polvoriento al que solo podrían acceder unos pocos iniciados, sino algo que estaba al alcance de todo aquél que pudiese iluminarse a su existencia.

Leí Zhuan Falun en pocos días, y luego leí todas las conferencias. Cada frase era toda una revelación y sin embargo, desde el fondo de mi corazón, toda esta verdad me resultaba increíblemente familiar. De a poco fui ordenando mis pensamientos y me sorprendí hasta qué punto mi cabeza tenía todo tipo de entendimientos torcidos y enredados en mi cabeza y no era consciente de ello.

Cuando debido a mi entusiasmo intenté compartir Dafa con otra gente que también estaba en la búsqueda, sentí compasión por tanta gente que debido a sus mentes embrolladas por el espejismo en que vivimos, ya no podían reconocer el Dao.

Algo que resultó muy duro, fue hacerme cargo de que uno no puede buscar la felicidad en este mundo, porque este no es el verdadero hogar, y que si uno no tiene conflictos y se vuelve cómodo, nuestra parte humana se vuelve más fuerte y nos desliza cuesta abajo a nuestra propia destrucción. Fue muy duro porque siempre fui de un carácter alegre y despreocupado y no soy de tomar las cosas con gravedad. Por lo tanto, al principio tomaba mis tribulaciones como algo divertido y si me caía me levantaba y no pensaba mucho en eso.

Debido a esto, frecuentemente me retrasaba en aquello que nuestro Shifu nos pedía hacer. Pero desde que me involucré en la traducción de Zhuan Falun, esto se convirtió en una excusa para decir que con esto era suficiente. No obstante, durante el proceso de la traducción, descubrí que dicha tarea también era un gran proceso para cultivarme por el cual podía elevarme, no sólo en el entendimiento del Fa, sino con respecto a mi xinxing. Este trabajo me mostró que no existe una tarea fácil cuando se trata de Dafa. Supongo que la razón de ello consiste en que cualquier trabajo para Dafa envuelve consecuencias infinitas para el universo. Los conflictos y obstáculos, tanto de este mundo como de otras dimensiones fueron tremendos y durante todo el proceso, me preguntaba cómo era posible que se le diera tanta responsabilidad a un practicante nuevo como yo, con más entusiasmo que capacidad. Sinceramente, no tengo palabras suficientes para agradecer a nuestro Shifu por habernos permitido ser parte de algo tan importarte y al mismo tiempo permitirme elevar con ello. Pero, aunque pareciera importante, sabía que tampoco era todo, sino justamente el comienzo, pues todavía tenía que descubrir en qué manera a partir de entonces me las arreglaría para tratar con las tres cosas que un discípulo de Dafa debe hacer y al mismo tiempo con todos los grandes apegos que estaban comenzando a emerger violentamente... Porque si fallaba con todo eso, todo el esfuerzo se habría vuelto como un trabajo de gente común.

Y mientras tanto, la frialdad y seriedad del comportamiento de unos practicantes de mi zona seguían confundiéndome. Tantos años sintiéndome como un marciano en la sociedad, cuando entré a Dafa tenía gran expectativa y pensaba que todos iban a ser como yo. Era una noción tonta y un extraño apego, pero me dolía y no sabía como eliminarlo, porque siempre me enredaba con nuevas justificaciones para buscar la causa del sufrimiento fuera de mí. Cuando no me animaba a hacer algo, este apego me decía que si la gente a mi alrededor fuera más simpática, eso me daría el impulso necesario para ser más diligente.

Sabía que detrás de mi sufrimiento había un apego, pero ¿cómo distinguirlo?, ¿cuál era la verdadera raíz? Siempre venía para interferirme contra mis compañeros practicantes y lo hacía bajo muchas formas. Si alguien me decía de hacer algo e insistía mucho en ello, hacía en mí el efecto contrario.

A pesar del dolor, traté de estudiar el Fa junto a los demás, porque sabía que ahí había una gran oportunidad para mejorarme a mí mismo. Pero al mismo tiempo hacía otras cosas para Dafa, así que en mis prioridades, la última era la de estudiar el Fa en grupo. No podía encontrar la raíz verdadera del dolor, lo cual me generaba muchísima angustia. Pensé en todo, hasta si no sería que todos ellos estaban fallando en algo. Pero un día me iluminé a una frase del Maestro: “no mirar a los otros” y traté de ponerlo en práctica. Desde entonces, me di cuenta de que los practicantes no son seres perfectos, y cada uno lleva sus propios apegos. Y me di cuenta que el Maestro estaba siendo extremadamente benevolente conmigo, porque en vez de ponerme con gente parecida a mi con la que me sintiera cómodo y feliz, en cambio, me había puesto precisamente a la gente que más podía llevar mi xinxing al límite. Si eso no hubiese pasado, ya habría caído, creyéndome muy bondadoso y tolerante y volviéndome complaciente. Pero como dijo el Maestro: “¿cómo podría ser esa la meta para un cultivador? ¡Aún hay que elevarse mucho, mucho y mucho para alcanzar la perfección! Así que agradezco al Maestro por su infinita compasión y a mis compañeros practicantes por su enorme paciencia con los embrollos mentales que aún no pude cortar.

Hace pocas noches, estaba empezando a enviar pensamientos rectos y me senté con impaciencia y como sintiéndome obligado a hacerlo. Pero de repente un pensamiento vino a mi mente: no era para otro que lo hacía, sino para todas las infinitas vidas en mi propio universo, el cual ha puesto todas sus esperanzas en este practicante perezoso. E inmediatamente, sentí emerger mi compasión y pude enviarlos con una concentración como nunca.

Todas estas cosas son algo con lo que tengo que trabajar con mucha diligencia, para poder hacer las tres cosas que el Shifu* nos pidió y para eliminar todos los apegos que interfieren en mi validación de Dafa y dejarlos atrás en el proceso de rectificación del Fa.

Gracias Shifu, gracias a todos por su amable atención.


* Shifu: shi: maestro, fu: padre. Título con el que los discípulos llaman respetuosamente al maestro de su vía de cultivación o cualquier otro oficio, cuando el discípulo es formado en todos los aspectos de la vida por el maestro.

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