En un mes de abril de hace varios años, encontraba por primera vez a Ning Xin. Descubría Falun Gong en este momento. Escuché que el Maestro había publicado varios libros y artículos y los practicantes me dijeron que podía conseguirles de Ning Xin, pero en el momento que contacté con él, ya se le habían agotado. Sin embargo, fue muy cálido conmigo y se ofreció a ayudarme a encontrar a un coordinador local que tuviera más libros.
Eran las siete de la mañana y ninguno de nosotros había desayunado. Entonces dije: "Vayamos a por algo que hay que comer". Después de mucho caminar para encontrar comida, tenía aún más hambre. En aquella época mi xinxing era como el de una persona común. Como le pedí que me ayudara, no quería parecer demasiado tacaño y me ofrecí a comprar para cada uno de nosotros un tazón de tallarines fritos con huevos. Ning Xin dijo que quería algo simple y pidió solamente un tazón lleno de tallarines en un caldo claro. Después de la comida, fui a pagar, pero me di cuenta que él ya había pagado por nuestro alimento sin que yo me diera cuenta de ello. Me sentí un poco avergonzado.
Después del almuerzo, quise llamar a un taxi para que nos recogiera, pero Ning Xin hizo un gesto de mano y tomó su bicicleta. Con una sonrisa grande y sincera dijo: "Tomemos mi bicicleta. Puedes sentarte detrás. Es práctico y te aseguro que el viaje será tranquilo”. ¿Qué podía decir sobre esto? Hice solamente lo que me dijo.
Avanzamos rápidamente a través de las calles en su bicicleta. Bocanadas de nubes blancas flotaban en el cielo azul. El aire era limpio y refrescante gracias al agua esparcida por las calles por los camiones de la limpieza. Mi corazón era puro, mis ojos claros y mi espíritu tan ancho como el cielo azul.
La segunda vez que vi a Ning Xin fue en abril de 1998. Era en el momento de una conferencia de intercambio de experiencias de Falun Dafa seguida por cerca de 200 personas. Ning Xin era uno de los interventores. La primera vez que le conocí, me pareció tan humilde que ahora me sorprendía en la conferencia el saber que poseía titulación académica y un trabajo cualificado en el departamento financiero de la ciudad. Nos habló de un ejemplo de cultivación del xinxing en su trabajo.
Cada temporada de vacaciones, en el momento de la aplicación de los presupuestos de la ciudad, las empresas que buscan tratos preferentes dan a los empleados del departamento de finanzas de la ciudad vales de compra o boletos para regalos. Como practicante de Dafa él no quería tener ventajas sobre otros aceptando estos billetes. Pero por otra parte, si lo rechazaba, se podrían sentir ofendidos. Entonces guardó en un cajón todos los bonos de compras y los billetes de regalos. Esta historia me hizo una impresión profunda. Como practicantes de Dafa que cultivamos el xinxing, ¿nos tendríamos que mejorar haciendo correctamente pequeños obsequios?
Ésta fue la última vez que vi a Ning Xin. En abril de 2000 pedí a numerosos amigos información acerca de su paradero. Un amigo comentaba que tenía entendido por otra persona, que Ning Xin se había vuelto un "fanático" de Falun Gong que se negaba a ser "transformado" por el gobierno y que "estaba obsesionado" por la práctica. Efectivamente, en la sociedad china de hoy, ser un buen samaritano haría decir a otros que usted es un ingenuo. ¡Como es posible que Ning Xin estuviera considerado como "obseso" por la práctica de Falun Gong, mientras que la opinión popular era alimentada por mentiras!
Llega otro abril y yo había perdido mi libertad, estaba ingresado en un centro de detención. Mis compañeros de celda eran ladrones, mendigos, miembros de gang, bandidos, chorizos y drogadictos. Cada día que pasaba era como un año. Entre ellos el que más había estudiado era la educación primaria pero la inmensa mayoría ni siquiera lo había acabado. Algunos de ellos eran extremadamente conflictivos y muy difíciles de llevar. Lo que era extraño es que ninguno de ellos pensó que yo era un "fanático". Hasta sabían que el dictador chino Jiang Zemin no podía tolerar al número creciente de practicantes de Falun Gong y que había comenzado a perseguir a los practicantes por miedo de perder su poder. Algunos de mis compañeros que anteriormente habían compartido celdas de prisión con otros practicantes de Falun Gong, sabían que Falun Gong cultivaba la Verdad, Compasión y Tolerancia. Sabían que los practicantes de Falun Gong no mentían ni se peleaban con otros. Incluso en los tiempos más difíciles, sabían que los practicantes detenidos clarificaban la verdad a la gente. Así mis compañeros me dijeron: "Usted es un preso de conciencia. Usted es también un intelectual y está bien educado. No le molestaremos. Un día su situación cambiará”.
Y así, estando aquí detenido escuché la historia más conmovedora. Alrededor de los veinte días de estar ingresado en esta prisión, un preso que tenía cerca de sesenta años vino trasladado desde otra ciudad. Después de contarle que yo practicaba Falun Gong me habló de dos mujeres practicantes que estaban en el centro de detención del que venía. Ambas practicantes tenían cerca de treinta años. La más mayor era una funcionaria de alto rango en la Oficina de Educación local y tenía muchas posibilidades de promoción y ocupar un puesto de delegado jefe de una oficina. Cada día ambas mujeres insistían para hacer los ejercicios de meditación sentada y clarificaban los hechos a los detenidos. Sus acciones ponían furiosos a los oficiales del centro de detención y utilizaron tablas de madera para mantener sus manos contra la pared durante mucho tiempo. Todo el mundo es de carne y hueso y ellas lloraron y gritaron de dolor, pero jamás lo abandonaron.
Este viejo preso comentaba: "¡Cuánta firmeza había en estas dos chicas! Los oficiales del centro de detención les dijeron que si firmaban un escrito de no practicar más Falun Gong serían liberadas inmediatamente. Pero se negaron a hacerlo. Fueron puestas en prisión durante un año y medio y enviadas a un campo de trabajos forzados hace dos semanas”.
Mi corazón lloraba mientras escuchaba lo que el viejo me decía. ¡Cuán firmes y valientes eran estas dos practicantes! Desde entonces su memoria me siguió y me acompañó a lo largo de los días más difíciles. En el centro de detención continuaba enviando pensamientos rectos y clarificando la verdad a los compañeros detenidos. Eran las palabras del Maestro y los estímulos de otros practicantes que forjaron mi fe, fuerte e inquebrantable.
Otra vez es abril y tengo la impresión de entender el crecimiento rápido de estos amigos practicantes. Aunque vivíamos posiblemente en la misma ciudad, no podía encontrarlos cara a cara, pero mi corazón jamás los olvidaría. Son mis verdaderos amigos y mi verdadera familia. Sin el Maestro y los amigos practicantes la apertura de mi vida se marchitaría. ¡Cuánto me gustaría estar con mis amigos los practicantes y continuar con nuestras vidas, nuestras profesiones y nuestros estudios! ¡Y lo más importante es que añoro compartir con ellos los entendimientos sobre la cultivación, compartiendo nuestras dificultades, para hacer diligentes progresos juntos!
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