Arabidopsis, la mostaza silvestre que posiblemente revolucionará la genética (Foto: GSF - National Research Center for Environment and Health) |
Un descubrimiento que deja a los genetistas estupefactos sugiere que las plantas son capaces de recuperar una información genética presente en sus abuelos pero ausente en sus padres.
Este descubrimiento contradice todas las leyes hereditarias conocidas, reconocidas y enseñadas desde hace más de un siglo en el mundo entero. Como recordatorio, la ley fundamental de la genética establece que los hijos reciben una combinación aleatoria de los genes de sus dos padres. Este principio fue instaurado en el siglo XIX por el monje austriaco Gregorio Mendel en sus famosos estudios sobre los pequeños guisantes.
Pequeño recordatorio de genética
Hace unos cincuentena años, Watson y Crick descubrieron el material molecular poseedor de nuestra información genética: el ADN. Es este quien contiene todos nuestros genes y es transmitido de generación en generación. La mitad de nuestro ADN proviene de nuestra madre, la otra mitad de nuestro padre. Ciertos genes son dominantes y manifiestos (nos confieren un carácter específico), mientras que otros son recesivos (están “dormidos", no participan en nuestro desarrollo). Así pues, ciertos genes de nuestros abuelos pueden no manifestarse en nuestros padres (estando presentes físicamente pero “dormidos") pero sí manifiestos en nosotros. Por ejemplo, dos de mis abuelos tienen los ojos azules, pero mis dos padres tienen los ojos marrones. Sin embargo, llevan el gen «ojos azules» en ellos pero no se manifiestan. Puede que recupere pues dos copias de este gen y que yo tenga los ojos azules.
La genética mendeliana a prueba
Pero lo que muestra el estudio publicado a finales de marzo en la revista científica Nature no es explicable por este fenómeno. El equipo formado por Robert Pruitt de la universidad de Purdue, en Indiana, demuestra que una información genética presente en los abuelos y no transmitida a los padres puede recuperarse, como por arte de magia, en los hijos. Cruzaron entre ellas plantas de una población mutada en laboratorio de la especie botánica Arabidobsis. La mutación en cuestión impide a las flores abrirse. Así, todos los genes de las plantas cruzadas, manifestados o no, poseen esta mutación que impide a las flores abrirse. Según las reglas de la genética mendeliana, todas las plantas nacidas de este cruce deberían pues ser portadoras de esta mutación.
Extrañamente, el 10 % de los retoños tienen flores normales.
Plantas que se auto curan
Dos secuencias de ADN mostraron que este 10 % de las plantas de la segunda generación habían reescrito el gen mutado en un gen normal presente en generaciones anteriores. Conclusión: las plantas, y posiblemente otros organismos como los humanos, podrían poseer un mecanismo que les permitiera librarse de informaciones genéticas nocivas de sus padres y volver a un código genético más sano poseído por sus abuelos o tatarabuelos.
Los científicos tratan ahora de encontrar una explicación. Las plantas necesitarían, para reescribir su código genético, una copia del código de sus abuelos que pueda ser transmitido de generación en generación. Robert Pruitt sugiere que la planta podría poseer una reserva insospechada de la molécula de ARN (responsable de la transcripción del ADN del núcleo) que, transmitida en el polen y las semillas con ADN, podría servir para corregir ciertos genes.
Los investigadores observaron que este tipo de corrección del gen sucedía sólo cuando la planta se encontraba en condiciones muy difíciles, como cuando adquiría este gen mutado que le impida abrir sus flores. Así, este proceso podría existir para ayudar a las plantas que sobreviven en malas condiciones, como cuando el agua o los nutrientes se vuelven escasos. Entonces la planta vuelve al código genético de sus abuelos que tenían mejores aptitudes para sobrevivir.
Plantas muy evolucionadas
Las plantas son unos organismos asombrosos, ciertamente mucho más evolucionados de lo que queremos creer. Hay que recordar que estudios recientes demostraron que las plantas eran capaces de sentir (reaccionan al tacto, al sonido, a la luz, etc.) y de propagar una información en todo su organismo, un proceso extrañamente parecido a nuestra comunicación nerviosa.
Este descubrimiento deja a los especialistas en genética boquiabiertos: Robert Pruitt habla de «sorpresa enorme». Steven Jacobsen, de la Universidad de Los Ángeles, California, es todavía más patente: «Es verdaderamente raro», dice. Detelf Weigel, genetista alemán de las plantas, interrogado por Nature no vuelve de su asombro: «Es verdaderamente pasmoso, es un mecanismo que nadie pensaba fuera posible».
Fuentes:
http://french.epochtimes.com/news/5-5-9/1718.html
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