Comencé a practicar Falun Gong en junio de 2004. Durante el invierno de 2003 sufría artritis reumatoide. Busqué tratamientos por todas partes pero nadie pudo curarme. Mi madre también padeció la misma enfermedad durante prácticamente 30 años sin encontrar tratamiento. Mi padre me llevó a la provincia de Liaoning porque había oído decir que allí se podía encontrar un tratamiento. El médico afirmó que podría curarme y gasté 3.000 yuanes (moneda china, 500 yuanes es igual a la renta media de un trabajador urbano) y compré medicinas para toda una cura. Después de haber tomado las medicinas durante varios días me sentí un poco mejor pero cuatro días después de haber acabado sentí de nuevo la enfermedad. Durante las cinco noches siguientes no pude dormir y el día después no pude salir de la cama. Sentía dolor en todo el cuerpo y estaba muy deprimida. Mi marido para mantener a la familia trabajaba más en la ciudad y tenía dos jóvenes niños. Desde que mi enfermedad se desarrolló a este estadio los trabajos para cuidarme incumbían a mi hija de 14 años y esto me entristecía.
Un día un practicante de Falun Gong de nuestro pueblo vino a mi casa. Me dijo: «Deberías practicar Falun Gong». Pensé que visto que mi enfermedad era incurable por qué no probar y comencé a practicar Falun Gong. No pensaba que mi enfermedad podía ser curada y sin embargo algún tiempo después comenzaba a sentirme mejor. Leí Zhuan Falun y empecé a comprender ciertos principios descritos en el libro. Cuando realmente comencé a practicar Falun Dafa, mi enfermedad desapareció completamente y hoy incluso puedo trabajar en el campo. Todos los miembros de mi familia son muy felices por mí. Mi hija me apoya en mi práctica y también ha empezado a practicar. Participa también en ciertas actividades para dar a conocer a la gente los verdaderos hechos de Falun Dafa.
Mi hijo tiene también una buena relación predestinada. Un día la mitad de los alumnos de su clase tuvieron paperas. Los padres les hicieron tomar medicinas, inyecciones e infusiones. Quise hacer lo mismo, pero mi hijo lloró y se negó, lo que verdaderamente me contrarió. Dijo: «Falun Dafa es bueno». El resultado fue increíble: después de solamente tres o cuatro días se había restablecido completamente, mientras que otros alumnos continuaban enfermos.
Sé que es gracias a la compasión del fundador de Falun Dafa, el Maestro Li, y a la grandeza de Dafa. El hecho de haber sido testigo y de haber experimentado yo misma una curación extraordinaria refuerza mi voluntad de practicar. A partir de ahora seré todavía más diligente en la práctica.
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