Tras cierto tiempo, un representante gubernamental descubrió el secreto del viejo hombre. Constató que él siempre saltaba a la cantimplora después de la puesta de sol. El funcionario se había dado cuenta de que el viejo hombre no era una persona ordinaria, así que comenzó a barrerle el suelo diligentemente y a prepararle comidas un día y otro esperando convertirse en su discípulo. El viejo hombre aceptó estos servicios de buen corazón. El funcionario persistió en hacerle favores durante un largo período de tiempo sin pedir nada a cambio, entonces, un día, el viejo hombre decidió finalmente que el funcionario ya había esperado el Dao mucho tiempo. El viejo hombre dijo al funcionario: "Venga secretamente a mi casa después de la puesta de sol cuando no haya nadie". Esa noche, el funcionario vino a ver al viejo hombre quien le dijo: "Cuando me vea saltar a la cantimplora, sígame y también podrá entrar en ella. El viejo hombre saltó inmediatamente a la cantimplora y desapareció. El funcionario le siguió sin vacilar. Antes de que se diera cuenta, ya estaba dentro de ella.
Una vez en la cantimplora, quedó asombrado al encontrar un gran mundo. Había pabellones chinos coloreados y espléndidos y pasillos sinuosos. Además, algunas docenas de domésticos estaban al servicio del viejo hombre. Entonces le explicó: "Soy una deidad descendida al mundo humano para reparar un error que hice. Usted tiene mucho potencial y una relación predestinada conmigo. Por eso tenemos esta conversación hoy. El viejo hombre consideró entonces al funcionario como un discípulo en la cantimplora.
Un día, el viejo hombre vino a ver al funcionario y le dijo que había traído un vino con él y que lo había dejado abajo. El funcionario envió a varios domésticos a buscar el vino. Sin embargo, ninguno de ellos pudo levantar la botella de vino. Incluso con la ayuda de algunas docenas de hombres, no pudieron desplazar la botella. Cuando el funcionario dijo al viejo hombre que el vino que había traído era demasiado pesado, él fue abajo y subió la botella con un solo dedo. El funcionario bebió el vino con el viejo hombre hasta la madrugada. Era una pequeña botella de vino pero parecía llenarse automáticamente. El viejo hombre dijo entonces: "Dejo la ciudad en unos días. ¿Quiere venir conmigo? El funcionario respondió: ¿Estoy decidido a seguirle, pero cómo voy a irme sin decir la verdad a mi familia?" El viejo hombre le contestó: "Es muy fácil.
Entonces le mostró una rama de bambú azul y le dijo: "Cuando vuelva a casa, finja estar enfermo y túmbese". Por la mañana, ponga la rama de bambú en la cama, y deje inmediatamente la casa sin decir una palabra". El funcionario lo hizo tal como le había dicho. Después de poner la rama de bambú en la cama, ésta se transformó en su cadáver. Su familia pensó que se había muerto y no tuvieron otra opción que la de enterrar el cuerpo.
En trance, el funcionario siguió al viejo hombre hasta un lugar distante. Primero colocó al funcionario en medio de un círculo de tigres, que mostraron sus caninos ferozmente amenazando devorarlo. Pero éste no tuvo ningún temor y los tigres no le hicieron nada. El día siguiente, el viejo hombre colocó al funcionario en una casa de piedra. Una roca gigante colgaba del techo mediante una cuerda de hierba. La roca gigante podía haber caído en cualquier momento porque numerosas serpientes roían la cuerda. El funcionario siguió sintiéndose tranquilo en todo momento.
El viejo hombre sonrío y dijo: "Me parece que tiene realmente los elementos requeridos para convertirse en una divinidad. Entonces sacó un plato de heces cubiertas con gusanos y pidió al funcionario que lo comiera. La pestilencia de los gusanos era más de lo que él podía soportar y no pudo forzarse a comerlas. El viejo hombre suspiró profundamente y dijo: "Desgraciadamente, no podrá ser una divinidad. Lo mejor que podrá ser es un rey en el mundo humano y vivir durante varios centenares de años".
Resultó que las heces cubiertas con gusanos eran un brebaje mágico que aportaba la inmortalidad. El viejo hombre había creado la ilusión de heces para evaluar la fe del funcionario en el Dao.
Naturalmente, el funcionario, extremadamente decepcionado por no haber superado la prueba, no tuvo otra opción que la de volver a su casa. El viejo hombre le dio una rama de bambú para que volviera a su casa. Al momento en que subió sobre la rama de bambú, ya estaba en la puerta de su casa.
Entonces la rama se transformó en un dragón negro y se fue volando. Cuando entró en su casa, su familia pensó que veía un fantasma y quedó terriblemente afectada. Les contó la historia y se fue a desenterrar el ataúd. Sólo encontraron una rama de bambú.
Aunque le parecía haber dejado a su familia durante un solo día, hacía un año que había dejado la casa. El funcionario no se convirtió en una divinidad, pero había adquirido alguna magia que le permitía ayudar a los seres vivos y caminar hasta 1.500 kilómetros al día.
Fuente: N° 14 de las Biografías de las Divinidades en "Historias completas de los Cuatro Tesoros"
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