En los campos de trabajos cuelgan a los practicantes de Falun Gong desde los árboles y los alimentan forzadamente con soluciones salinas concentradas

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En octubre del 2000, fui enviado al primer campo de trabajos forzados de la Provincia de Hebei. Personalmente observé y experimenté varias torturas y abusos crueles por los guardias de la prisión, desde el supervisor hasta el jefe de sección.

Golpear, colgar y electrocutar con bastones son tres torturas de rutina en este campo de trabajos forzados. Además de dar puñetazos y de patear, los guardias de la prisión nos daban latigazos usando tablas de madera y cadenas de esposas flexibles.

Era común que los practicantes de Dafa tuvieran nuevas heridas encima de las viejas heridas, y muchos de ellos quedaron paralizados debido a las torturas. Colgar a las personas de los árboles se convirtió en una tortura de rutina. Hay cerca de 100 árboles en el campo. De día y de noche había gente colgada de esos árboles en diferentes posiciones. En el invierno los prisioneros se congelaban hasta el punto de perder la conciencia. En el calor del verano se deshidrataban y se desmayaban por agotamiento de calor.

La practicante de Dafa, la señora Zhu Yourong del condado Xuanhua, ciudad Zhangjiakou, murió en el campo de trabajos forzados luego de unos pocos días bajo este tipo de abusos.

El arma favorita de los guardias son los bastones eléctricos. Durante el invierno del 2000, un practicante de Dafa fue electrocutado por un guardia llamado Wang y se desmayó. Los golpes eléctricos recibidos por el bastón dañaron los rostros de las señoras Hao y Li. Otra persona llamada señor Da Fu perdió el control tanto de su vejiga como de sus intestinos debido a los golpes eléctricos, y le dolía tanto su pie que no podía tocar el suelo. Muchas personas resultaron seriamente heridas por los golpes eléctricos.

Peor aún, nos obligaban a vivir en una “habitación con hongos”. A más de 10 practicantes de Dafa les pedían que vivieran en una habitación donde había por todos lados hongos largos y peludos de colores rojos, verdes, amarillos y blancos, incluyendo el techo, las paredes y el piso. La pieza no estaba desinfectada. A nosotros no se nos permitía bañarnos. Era primavera. Después de un mes, cada una de las personas viviendo en esta habitación desarrolló diferentes tipos de protuberancias en sus cuerpos. Incluso los médicos no sabían qué eran esas cosas. Durante esa época, nosotros pedimos reiteradamente el cambio de celdas, pero no fue sino unos meses más tarde en que ellos estuvieron de acuerdo. El llamado “cambio de habitación” fue para separarnos y para ponernos en piezas diferentes, en lugar de ponernos en un entorno limpio y tratar esa extraña enfermedad. Un mes más tarde, 90% de los practicantes de Dafa en el campo habían contraído la enfermedad. Las protuberancias eran insoportablemente picosas.

No teníamos permitido hablarnos entre nosotros en la celda y debíamos sentarnos en ciertas posiciones. Los guardias también nos prohibían caminar al interior de la celda. Nosotros éramos vigilados constantemente y nos castigarían si sus reglas eran quebradas. También era controlada la frecuencia de visitas al baño. No se permitía ni lápiz ni papel y las cartas a los familiares eran retenidas arbitrariamente. En cualquier momento éramos sujeto de inspección corporal y nuestra ropa interior era rota en pedazos a su antojo. El alimento y ropa que enviaban nuestras familias y parientes eran retenidas. Los guardias de prisión se dejaban algunas de esas cosas para ellos y varias eran regaladas a otros.

Durante una huelga de hambre no se nos permitió dormir. Éramos obligados a correr y a desarrollar arduas labores. También nos alimentaban forzosamente con una solución altamente salina. Sufríamos severos vómitos y diarreas, y estábamos extremadamente débiles.

La practicante de Dafa Cui Yulan de Lang Fang murió como resultado de tales abusos. Luego de ser alimentada obligadamente con esa solución salina, tuvo una diarrea severa y no se le permitió ir al baño. Estaba tan delgada que sólo la piel cubría sus huesos. Un día se le permitió ir al baño, y fue. Tan pronto ella llegó, unas pocas personas entraron corriendo y golpearon su cabeza en el suelo. Perdió el control de su vejiga y de sus intestinos y sufrió un quiebre mental. Los oficiales del campo nos dijeron que ella había sido enviada al hospital y que luego sería enviada a su hogar para recuperación. Después supimos que fueron sus cenizas las enviadas a su hogar.

Los guardias de la prisión usaban también a otros reclusos para monitorearnos. Incluso les ordenaban que nos golpearan, insultaran y nos colgaran. Incluso les dijeron que ellos eran los jefes de la sección si el jefe estaba ausente y que podían hacer lo que quisiesen con los practicantes de Dafa. Si los guardias de la prisión estaban satisfechos con sus trabajos, los reclusos recibirían compensaciones, tales como reducción de sentencia o mayores responsabilidades. Si los reclusos simpatizaban con nosotros y no satisfacían las ordenes de los guardias de la prisión, ellos podrían ser castigados o ver su sentencia extendida.

Versión en chino disponible en: http://www.minghui.org/mh/articles/2003/8/8/55266.html

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